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martes, 1 de septiembre de 2009

La Biblia y la Arqueología (I)


Por : Joseph Mac Lean

Los resultados y reveladores descubrimientos obtenidos mediante la arqueología en las tierras bíblicas han beneficiado inmensamente al estudiante de la Biblia. Las ruinas de las ciudades y aldeas cananeas, hebreas, giregas, egipcias, romanas, etc., han preservado restos de muros de ciudades, palacios, edificios públicos, casas particulares, artefactos, instrumentos, utensilios, etc., que nos permiten ver los diferentes niveles del progreso alcanzado por la arquitectura en los diversos períodos de la cambiante historia de Palestina.

Hoy, es posible estudiar los sistemas de fortificaciones, las condiciones sanitarias de los hogares y pueblos, y descubrir cómo vivía y trabajaba la gente y cómo era sepultada después de morir. Los miles de objetos descubiertos en las ruinas de los montículos de Palestina nos han dado una visión íntima de la cultura de los diversos pueblos antiguos que los usaron y han incrementado muchísimo nuestra información de los tiempos bíblicos. Armas y herramientas; vasos de arcilla, metal o piedra; muebles y joyas, nos interpretan la vida diaria de los hebreos, filisteos y cananeos de la antigüedad.

Los descubrimientos arqueológicos de esos lugares muestran también que estaba difundido el arte de escribir no sólo en los últimos períodos de la historia de Israel sino ya en el tiempo de los patriarcas y jueces. En los períodos más antiguos la mayor parte de la escritura se hacía en tablillas cuneiformes como lo muestran los centenares de cartas de Amarna. La mayor parte de éstas fueron escritas en Palestina, en el siglo XIV AC, y enviadas a Egipto, donde se las encontró en los archivos reales. Numerosas tablillas halladas en Palestina misma - en Gezer, Tell el-Hesi, Taanac, Siquem y Samaria - pertenecen a la misma categoría de textos de las cartas de Amarna y demuestran que estaba difundido el conocimiento de la escritura. Sin embargo, se encuentran numerosos textos que están escritos en una forma alfabética primitiva, muy similar a la que fue inventada en las minas de cobre del Sinaí.

Esto muestra que la gente de Palestina comenzó a experimentar con esta escritura sencilla, tanto más conveniente que el complicado sistema cuneiforme, y la desarrolló hasta poder usarla corrientemente cada vez que necesitaba escribir. Tales textos - escritos en una forma alfabética semipictórica - se han descubierto en Laquis, Tell el-Hesi, Bet -semes, Siquem, Meguido, Gezer y Tell el-’Ajjul. Esto refuta el argumento, tan usado por la alta crítica de antaño, de que la Biblia - escrita en hebreo alfabético - no podría haber sido producida antes del tiempo del reino dividido o del exilio, porque se creía que los hebreos primitivos no conocían un sistema alfabético de escritura. Ningún erudito informado usa más este argumento.

Las ruinas de las tierras bíblicas también han proporcionado mucho material que proyecta luz sobre las prácticas religiosas de los antiguos cananeos y otros pueblos que se relacionaron con los israelitas. Se han descubierto templos en varios lugares, de los cuales los más importantes son los de Meguido, Bet-san y Lakís (Palestina).

En PalestinaEn Gezer se encontró un primoroso alto, con la cueva de un oráculo debajo de él. Son de gran valor instructivo la hilera de columnas sagradas, objetos de culto que se ordenaba a los israelitas que destruyeran, los altares y todos los otros atavíos necesarios de los lugares de culto de los cananeos. Así también lo son los altares privados, los incensarios, restos de sacrificios, huellas de culto a serpientes, sacrificios de niños y otras prácticas abominables.

Las excavaciones de muchos lugares también han mostrado que son correctas muchas declaraciones históricas encontradas en la Biblia, por muy insignificante que parezca su significado. La Biblia siempre tiene la razón.

También es digno de destacar las ruinas de los establos de Salomón en Meguido (otros establos se han encontrado en Tell el-Hesi - como las que aquí se muestra a la derecha- y Taanac), de su centro para refinar el cobre en Ezión-geber, de las placas de marfil de Acab y del acueducto de ezequías.

Los numerosos fragmentos de alfarería con inscripciones, provenientes del almacén real de Samaria, juegan un papel importante en la confirmación de las Sagradas Escrituras. Los muchos nombres personales de los sencillos comprobantes de impuestos revelan la mezcla del culto de Baal con la verdadera religión de Israel en el templo de Acab. Entre ellos, hallamos nombres bien conocidos como: Abibaal, Baalzamar, Baalzakar Baalmeón, Meribaal y Baala; éstos son unos pocos ejemplos de nombres relacionados con Baal.

Nombres que contienen abreviaturas de Jehová, el nombre divino, son: Jedaías, Joiada, Semarias y otros.

Estos nombres personales son una indicación de las condiciones religiosas prevalecientes en tiempo de Acab, cuando Elías luchó tanto contra el culto de Baal. Pero también muestran la verdad de la declaración divina hecha a Elías: que muchos no habían doblado sus rodillas ante Baal (1 Reyes 19:18), cuando Elías pensaba que era el único verdadero adorador de Dios que quedaba. Sin embargo, estos fragmentos de alfarería de Samaria muestran que todavía había tantos padres que daban a sus hijos nombres relacionados con Jehová como los había que daban a sus hijos nombres de Baal.

Por otro lado, las 21 cartas de Lakís son de un tiempo posterior a la reforma del rey Josías de Judá. Contienen muchos nombres personales de quienes vivieron en los últimos meses de la existencia de Judá y, como los recibos de impuestos de Samaria, aclaran las condiciones religiosas prevalecientes en el tiempo cuando fueron dados esos nombres, puesto que el significado de la mayoría de los nombres personales hebreos refleja los sentimientos religiosos de quienes los pusieron. La gran mayoría de esos nombres están relacionados con Jehová, como lo ilustra la última parte del nombre de Jeremías. Muestran claramente la influencia de la reforma de Josías, cuando fue raída la idolatría y todos los dioses paganos fueron eliminados del país. Ninguno de los hombres mencionados en las cartas de Laquis lleva un nombre relacionado con Baal u otra deidad extranjera. En esos documentos sólo se hallan los nombres del verdadero Dios de Judá: Elohim y Jehová. Mediante este material arqueológico, la Tierra Santa ha hecho una importante contribución para establecer que la Biblia es fidedigna. En los tiempos antiguos, Palestina fue la tierra en la cual se realizó la mayoría de la historia descrita en el Antiguo Testamento, y ahora proporciona las pruebas por las cuales pueden acallarse las bocas de los incrédulos, críticos y los que dudan.

(Continuará...)