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jueves, 24 de septiembre de 2009

Dieta mediterránea: buena para la salud, mala para el bolsillo

NUEVA YORK (Reuters Health) - Adherir a la dieta mediterránea rica en pescado, aceite de oliva, legumbres, frutas y verduras es bueno para el corazón, pero costosa y hasta prohibitiva, indicó un estudio realizado en España.

Por lo tanto, se necesitan medidas "de avanzada" para "aumentar la probabilidad de que la población adopte un patrón alimentario saludable, que mejore la salud y la prevención de enfermedades en la población", dijo a Reuters Health la doctora Maira Bes-Rastrollo. Algunas de las opciones serían fijar impuestos sobre los alimentos no saludables y/o subsidiar la comida sana.

El equipo, del Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Facultad de Medicina de la Universidad de Navarra, estudió los costos de las dietas mediterránea y occidental entre más de 11.000 graduados universitarios españoles con un nivel similar de ingresos.
Todos participaban en un estudio a largo plazo a partir de 1999 para evaluar la relación entre la dieta, la obesidad y las enfermedades crónicas.

El análisis reveló que cuanto más adherían esos adultos jóvenes a la dieta mediterránea, más dinero gastaban por día en alimentos. En cambio, cuanto más adherían a la dieta occidental, que es rica en grasa saturada, azúcar y carne roja, menos dinero gastaban a diario.
Este estudio español, señaló Bes-Rastrollo, demuestra que "es más costoso adoptar un patrón alimentario mediterráneo saludable que un patrón occidental y el mismo estudio en Estados Unidos tendría los mismos resultados o aún mayores diferencias en los costos de ambas dietas".
Debería tenerse en cuenta esa "barrera económica" cuando se asesora a la población sobre la necesidad de adoptar una dieta más saludable "porque el costo podría ser prohibitivo", agregó.

El equipo halló también que el 31 por ciento de los participantes aumentó de peso durante el estudio (más de medio kilo por año, en promedio) y, tras considerar factores que podrían sesgar los resultados, las personas que más gastaban en comida eran un 20 por ciento más propensas a aumentar de peso, independientemente del patrón alimentario elegido.

Ese grupo tendía a tener más edad, a haber dejado de fumar, a beber más jugos frutales, gaseosas y bebidas alcohólicas con muchas calorías, y a pesar inicialmente más, lo que sugiere que eran personas más propensas a engordar por el estilo de vida o factores genéticos, finalizó el equipo.

FUENTE: Journal of Epidemiology and Community Health, septiembre del 2009