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martes, 1 de septiembre de 2009

"Bomarzo", novela de Manuel Mújica Laínez



Un bello retrato de la Italia del Renacimiento


Por Luís Martínez González



Dentro de la narrativa hispanoamericana, el caso de Mújica Laínez es un tanto singular. Si en otros autores la temática americana está siempre presente o incluso va progresivamente adquiriendo mayor protagonismo, en Mújica se produce el proceso inverso: en sus inicios indaga en la historia de su Buenos Aires natal –así en su libro de relatos ‘Misteriosa Buenos Aires’ (1950)-, pero, poco a poco, va abandonando los contenidos americanos para crear novelas históricas que son auténticas composiciones de orfebrería lingüística –‘Bomarzo’, ‘El unicornio’, etc-.


Manuel Mújica Laínez (Buenos Aires, 1910-1984) era de origen aristocrático y recibió una esmerada educación, especialmente en el aspecto artístico, para el cual poseía una especial sensibilidad. A lo largo de su vida, compaginó su trabajo como crítico de arte en diversos diarios con la creación literaria. Académico de Bellas Artes y de las Letras, presenta una extensa obra.
Bomarzo, publicada en 1962, es, a juicio de la crítica, su novela más lograda. El argumento se centra en las confesiones del duque renacentista Pier Francesco Orsini, noble jorobado que creó los jardines que dan nombre a la novela, un parque natural repleto de figuras monstruosas que hacen honor a las costumbres esotéricas del aristócrata.

A través de las palabras del duque, se reconstruye la Italia del Renacimiento, plena de príncipes, cortesanos, artistas, cardenales y papas. Asistimos a las costumbres poco edificantes de ellos, en una mezcla de realidad y misterio preciosamente recreada por la fabulosa imaginación del autor: junto a hechos puramente inventados, asistimos al nacimiento de Miguel Ángel, a la coronación de Carlos I de España o a la Batalla de Lepanto.

Como una suerte de extensa misiva, el duque va narrándonos los hechos en primera persona, lo cual les confiere proximidad al lector. Y son extraordinariamente plásticas y muy bellas las descripciones de los jardines y palacios.

Si no pecáramos de anacrónicos, podría calificarse la obra de ‘modernista’, pues, en cierta medida, recuerda a las ‘Sonatas’ de Valle-Inclán. En efecto, se trata de un ejercicio de erudición, un homenaje a la cultura europea, escrito en un estilo preciosista y un tanto barroco y arcaizante, pero no por ello de difícil lectura, pues no escoge la palabra rebuscada, sino términos inteligibles para el lector.

La obra es considerada una de las cumbres de la narrativa del siglo XX y recibió numerosos premios, como el Nacional de Literatura, la Legión de Honor francesa y la Medalla de oro del Gobierno italiano. Además, partiendo de la adaptación del propio Mújica, el compositor Alberto Ginasterra realizó una extraordinaria ópera.