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miércoles, 7 de octubre de 2009

Que sus hijos lean para ser brillantes


Por Joseph Mac Lean

No ha duda que los padres desean que sus hijos sean brillantes en la escuela. Pocas cosas satisfacen más a los padres que sus hijos obtengan buenas (si no excelentes) calificaciones y que disfruten su paso por las aulas. Pero, ¿cómo conseguirlo? Una herramienta valiosa para obtener conocimiento útil es la lectura. De hecho, la existencia de la civilización misma depende de los libros, y una persona verdaderamente culta es una que lee con regularidad.

Los muchachos y muchachas que son buenas lectoras son, por lo general, buenos estudiantes, obtienen mejores calificaciones y saben relacionarse mejor con las demás personas. Por eso, nunca minimice el valor de que sus hijos lean, en especial si usted mismo no es un asiduo lector.

He aquí algunas estrategias útiles para proveer a sus hijos de esa herramienta fundamental en alcanzar el éxito en la escuela y en la vida:

1. Que lean desde pequeños. No sólo le hable a sus hijo desde la tierna infancia, sino que también debe usted leerles con frecuencia. En especial, si los coge usted en sus brazos mientras les lee y añade calor y afecto a la lectura, ellos de seguro lo disfrutarán mucho. Desde temprana edad, sus hijos adquirirán un amplio vocabulario y aumentarán paulatinamente su comprensión de las cosas. Aún siendo pequeños, use las ilustraciones de los libros para que ellos "participen de la lectura". Para cuando sus hijos vayan a la escuela, ellos ya deben estar familiarizados con la lectura, aunque no sepan leer por ellos mismos.

2. Que amplíen su vocabulario. No sólo se limite a dar órdenes a sus hijos, como único medio de comunicación entre ustedes. Converse con ellos cotidianamente y utilice un vocabulario cada vez más amplio y explique usted determinada palabra que ellos no entiendan o sea nueva. De vez en cuenado, muéstreles que usted mismo necesita recurrir a un diccionario. Para cuando llegan a la escuela, los niños necesitan de un amplio vocabulario y mientras más amplio sea éste mejor podrán comprender las complejas lecciones que le aguardan. A veces los maestros no tienen ni la paciencia ni en suficiente tiempo para explicarlo todo.

3. Ayúdeles a analizar y a sacar conclusiones valiosas. Las fábulas son lecturas inigualables para inculcar valores en los pequeños. Haga que la lectura sea una experiencia agradable y provechosa. Cada cierta porción, deténgase y pregunte a su hijo si está entendiendo lo que se ha leído. Le sorprenderá cuantas preguntas han surgido en su mente que requieren inmediata respuesta o ulterior investigación. Anímeles a recordar no sólo los buenos o malos efectos de algunas acciones o conductas de los personajes, sino también lo que contribuyó a que pensaran o actuaran así.

4. Que visualicen las historias. No hay nada mejor para fijar en la mente los detalles y obtener un placer inigualable de la lectura que visualizar el ambiente, la vestimenta o los gestos y gestos que no se muestran en las ilustraciones. Esas imágenes mentales son imborrables y valiosa para el futuro.

5. Que se identifiquen con lo que leen. Puesto que usted hizo una selelcción previa de lo que leerán sus hijos, ayúdeles a ver el beneficio que obtendrán de lo publicado. Trate de que poco a poco vayan relacionando lo que leen con sus propias experiencias. Tanto como sea posible, busque una aplicación práctica de lo leído.

6. Que lo vean a usted leer. Conforme crecen los hijos tienden a imitar a los padres en casi todo. Si usted lee, es probable que ellos también lean. Si rara vez lo ven leer, también ellos serán poco dados a la lectura. No busque excusas, pues siempre hay diez o quince minutos al día que usted puede dedicar a leer un buen periódico o una novela, o alguna otra publicación de provecho, o simplemente para obener placer. Guarde las obras que usted haya leído en la biblioteca familiar (no en cajas, ni en lugares inaccesibles) y que estén disponibles para que sus hijos las lean más adelante. Recorra con ellos librerías, bibliotecas y enséñeles a respetar los libros, en especial los ajenos.

La lectura es quizá uno de los regalos más placenteros que los hijos pueden recibir de sus padres. Los niños que leen con fuidez y claro entendimiento acorde a su edad tienen más probabilidades de alcanzar un nivel académico más alto. De hecho, no hay ningún buen profesional que no lean, sin importar la especialidad que tenga. Lo más importante es que la lectura provee una medida de placer que pocas otras actividades pueden otorgarles a sus hijos. Que sus hijos lean para conseguir diversión, pero también consejo y compañerismo. La buena selección es la clave.