Por Gonzálo Valdivia Dávila
La figura de Napoleón Bonaparte ha dado lugar a clásicos de la literatura como la novela de Stendahl y la biografía con registro epistolar de este genio militar de Emil Ludwig. Ya ha pasado al canon literario el interés de Bonaparte por el ocultismo, las cábalas y la cultura de los pueblos que conquistaba. Este 2009 Javier Sierra publica un relato sobre el viaje a Egipto de este conquistador, a los 30 años de edad en ‘El secreto egipcio de Napoleón’. En la narración el joven general toma contacto con el líder de una secta sincrética en la pirámide de Giza.
El sacerdote ofrece contar a Bonaparte sus conjeturas sobre los años perdidos de Cristo, los que no están registrados en el nuevo testamento o están en elisión del relato. Se sabe que Bonaparte llevó una serie de intelectuales y científicos a su campaña a Egipto con el fin de descifrar los jeroglíficos, averiguar sobre la momificación y tener un informe especializado y depurado de cada área del saber de esta cultura, ejemplo de ello fue la piedra Roseta, que fue hecha esculpir y escribir por Ptolomeo V.
El sacerdote ofrece contar a Bonaparte sus conjeturas sobre los años perdidos de Cristo, los que no están registrados en el nuevo testamento o están en elisión del relato. Se sabe que Bonaparte llevó una serie de intelectuales y científicos a su campaña a Egipto con el fin de descifrar los jeroglíficos, averiguar sobre la momificación y tener un informe especializado y depurado de cada área del saber de esta cultura, ejemplo de ello fue la piedra Roseta, que fue hecha esculpir y escribir por Ptolomeo V.