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miércoles, 7 de octubre de 2009

Lo que los hijos necesitan de su madre

Por Joseph Mac Lean

Felices son las familias que tienen a un padre y una madre para criar y educar juntos a sus hijos, porque, después de todo, papá y mamá no son la misma cosa. Cada uno ejerce una influencia distinta, de acuerdo a su naturaleza intrínseca, a su preparación y sus propios sentimientos hacia sus hijos. Cuando uno de ellos falta, o no cumple sus responsabilidades de modo apropiado o completo, los efectos no dejan de notarse en los hijos, sea en el vecindario, la escuela o en cualquier otro lugar o situación.
Por eso, es bueno preguntarse: ¿Qué papel desempeña la madre en la crianza y educación de los hijos? En verdad, resulta difícil precisar en pocas palabras la importantísima función que ella cumple en el hogar. Veamos sólo algunas:
  • Ayuda a desarrollar las capacidades afectivas de sus hijos. Los hijos pasan mucho tiempo cerca de su madre y la ven interactuar con una multitud de personas, aparte del padre por supuesto. Dada la naturaleza intrínseca de las mujeres, mucho más expresivas en emociones y sentimientos, los hijos no sólo ven los hechos o los tratos de sus madres, sino su actitud hacia los demás y lo que hacen por ellos. Las bases de las buenas relaciones de los hijos con otros radican en el trato que observan de sus madres hacia otras personas. Son ellas las que enseñana a sus hijos a hacer amistades, a mantenerlas o a desecharlas si es preciso.
  • Les enseña el valor de un elogio. Quien no sabe lo que un elogio sincero obra en los seres humanos. Por supuesto, siempre hay lugar para alguna que otra crítica, pues los hijos no son perfectos, pero la madre tiene muchas oportunidades de demostrar que aprecia las cualidades o los esfuerzo de sus hijos por hacer las cosas bien, aunque a veces no lo logren. Puesto que pasa más tiempo con los hijos en su temprana edad, ella sabe percibir qué es lo que más le agrada a sus hijos, y qué le desagrada. El "elogio" puede venir no sólo con palabras de encomio y aprecio, sino con regalos apropiados a cada hijo. Si uno de ellos es inclinado a la música, obsequiarle una guitarra significa que uno confía en que él le sacará mucho provecho a un instrumento, mayor que a una pelota (si no es muy hábil en la práctica de los deportes).
  • Enseña a sus hijos con sensibilidad. Exiten muchos temas "prohibidos" (o tabúes) que a menudo los varones evitan tratar con sus hijos pequeños, en especial los referidos al sexo, las drogas, la delincuencia y el uso del alcohol. Se cree, erróneamente, que hablar de esos temas incentiva al muchacho a practicar esas cosas, o simplemente que uno las aprueba. Nada más lejos de la realidad. Las madres preocupadas en verdad por su hijos se informan primero apropiadamente y luego inquieren a sus hijos cuanto saben del tema. Luego les proporcionan, no sólo los datos o hechos faltantes, sino los peligros envueltos para ellos mismos y otras personas. Hoy los pedófilos y los traficantes de drogas (que abundan en cualquier parte del mundo) están buscando "presas" cada vez más jóvenes, por lo que los padres, en especial las madres, deben ayudar a sus hijos a estar precavidos e informar de cualquier conducta impropia de otro adulto hacia su persona. Eso sí, sin crearles paranoia o una excesiva deconfianza hacia otros.
  • Demuestra flexibiidad a medida de que los hijos crecen. Conforme crecen los hijos necesitan de mayor independencia a fin de que su autoestima crezca. Un primer paso es la partida de los hijos a la escuela. Allí ellos conocen otros valores o formas de comportamiento y desarrollan afectos y sentimientos hacia otras personas distintas de la madre o los perientes cercanos. En especial, los hijos varones necesitan "distanciarse" de su madre paulatinamente. Los niños, debido a su rol futuro en la sociedad, necesitan ejercitarse en la aventura, correr riesgos, emprender nuevos retos que les permitan demostrar su 'fuerza masculina'. Una madre que sabe estirar los límites poco a poco no debe temer perder el afecto de su hijo, sino que sucede todo lo contrario. Todavía ella sigue siendo su madre, y todavía el hijo, aun crecido depende mucho de ella, pero de modo distinto. Por otro lado, las niñas deben intentar un poco de independencia, sin comprometer su integridad. El mundo rudo y competitivo de hoy exige que las mujeres a menudo trabajen fuera del hogar y ellas requieren de las armas adecuadas para interactuar con éxito con toda clase de personas. Las madres deben brindar a sus hijas la medida adecuada para la toma de deciciones que les ayudarán en el futuro.
  • Predica con el ejemplo. La madre provee a los hijos la primera brújula moral. Ella les inculca las primeras lecciones de lo correcto y lo incorrecto, no sólo en cuestiones trascendentales u ocasionales, sino también de la vida cotidiana. Al ser ella diligente en sus labores domésticas, por ejemplo, demuestra responsabilidad, integridad y lealtad al papel que ella aceptó al formar una familia. Si, en cambio, es sucia, perezosa, descuidada o desordenada, esa será la lección que inculcará en sus hijos. La mejor enseñanza, como siempre, es la del ejemplo. Si la madre es chismosa, mentirosa o desleal, sus hijos, a menos que reciban del padre o de otra fuente una fuerza moral superior a la de su madre, imitarán eso más tarde o más temprano. Una madre jamás querrá escuchar de sus hijos esta excusa: "Pero mamá, si tú también lo haces".
  • Demuestra que disfruta de sus hijos porque los ama. No hay duda que las labores domésticas abundan y suelen dejar agotada a las mades. Ser una madre hábil, sin embargo, incluye disfrutar de la compañia de sus hijos y del trabajo inmenso que ella hace por ellos. Los hijos crecen rápidamente (más de lo que una madre desea) y pronto ya no tiene todo el tiempo a sus hijos. Por eso, mientras los tiene pase un buen rato con ellos, los más a menudo que pueda. Quizá mientras cocina, haga que por turno le ayuden, o, mientras participa con ellos en hacer sus tareas escolares, buscar alguna oportunidad de enseñarles algo o convertir ese tedioso momento en un juego o en un momento agradable. Siéntese con ellos y, mientras usted teje o zurce algo, o simplemente los observa (a modo también de descanso). Esos son recuerdos inolvidables para usted y sus hijos. Que sus hijos la recuerden, cuando se hagan mayores, más por lo divertida y afable que era ustedes con ellos, que por su rigidez y desapego.

Es cierto que ser madre es una gran responsabilidad y requiere de mucho esfuerzo y preparación, Pero tampoco es una carga difícil de llevar a cuestas. A veces se necesita, paradójicamente, que una madre sea menos responsable, y se convierta en compañera de sus hijos en sus juegos y aventuras, sin inmiscuirse demasiado tampoco. Hallar el equilibrio apropiado es difícil, pero resulta más remunerador ahora y en el futuro, que ir a los extremos.