Horas serenas del ocaso breve,
cuando la mar se abraza con el cielo
y se despierta el inmortal anhelo
que al fundirse la lumbre, lumbre bebe.
Copos perdidos de encendida nieve.
Las estrellas se posan en el suelo,
de la noche celeste, y su consuelo
nos dan piadosas con su brillo breve.
Como en concha sutil perla perdida
lágrimas de las olas gemebundas
entre el cielo y la mar sobrecogida
El alma cuaja luces moribundas
y recoge en el lecho de su vida
el pozo de sus penas más profundas.