Berlín, 22 oct (EFE).- El escritor escocés Philip Kerr, último Premio Internacional de Novela Negra RBA por la sexta entrega de su serie "Berlín Negra", protagonizada por el investigador alemán Bernie Gunther, considera que la Alemania nazi es "una fuente inagotable para la novela negra". En una entrevista concedida a Efe en el Hotel Adlon de Berlín -escenario de "Si los muertos no resucitan"-, Kerr dijo que "en la Alemania de esa época hay un crimen en pequeña escala, pero el historial de crímenes que hay detrás es tan inmenso, que nunca se te acaban los temas".
El propio autor escocés (Edimburgo, 1956) es consciente de que si crea un villano o un malvado, siempre se quedará corto, "porque detrás hay alguien en la realidad de la cúpula nazi que ha sido mucho peor y que no es ficción".
Kerr relata que cuando comenzó hace quince años con la serie de Gunther, "sólo pensaba escribir un libro", pero el editor y su agente le dijeron que podía hacer un segundo para aprovechar la ingente investigación que había realizado para el primero. Sin embargo, tras tres libros, pensó que debería hacer otra cosa, "para no repetirme", y dejó de lado la serie "Berlín Negra".
Con el afán de encontrar en sus historias "una gallina de los huevos de oro", comenzó a publicar libros de diferentes temas, intentando emular la filmografía de Stanley Kubrick, pero como el propio autor reconoce, "los libros son como los niños, unos hacen más amigos y otros menos".
Kerr se inclina por no definir a su protagonista, porque "si lo definiera, Gunther tendría que hacer cosas que en el fondo no puede hacer" y prefiere que "su pasado siga dando sorpresas".
Se acerca al personaje de Gunther "de la misma forma como podría escribir sobre Heydrich, siempre buscando el lado humano de los personajes, no sólo el monstruo histórico que fue, algo que puede resultar chocante con los nazis, pero que ya ha hecho la literatura o el cine como en el filme 'El hundimiento'".
De momento, Kerr no piensa en el final de Gunther y recuerda que "Ian Ranking acabó con el detective John Rebus después de 19 libros, pero Gunther tiene todavía tiempo, porque sólo lleva seis. De todos modos -apostilla- no me veo en la situación de escribir 19 novelas sobre Gunther".
Gunther, que se desenvuelve en una Alemania en la que el nazismo está en pleno apogeo y donde se prepara un boicoteo, nunca ejecutado, contra los JJOO, trabaja en el Hotel Adlon, donde sigue la pista a varios robos y la muerte de un cliente.
En sus pesquisas le ayuda la periodista estadounidense Noreen Charalambides, que viaja a la capital alemana para investigar la declaración del presidente del comité olímpico americano, quien no reconoce ninguna discriminación a la población judía.
Veinte años después de estos hechos, los protagonistas se reencuentran en la Cuba de Batista, donde la corrupción y los crímenes unen a las antiguas altas esferas del nazismo con el crimen organizado de la mafia norteamericana.
El autor justifica la elección de Cuba porque "aparte de la Argentina de Perón, que ya utilizó en un libro anterior, sólo le quedaban dos posibilidades, Paraguay o Cuba, pero "Cuba parecía más interesante, por la mafia, Fidel Castro, Batista".
Kerr piensa que "a los cubanos les gustará más el libro que a los argentinos la entrega anterior" y recuerda que la posibilidad de tramas fuera de Berlín es inmensa, pues "más de 8.000 nazis escaparon de Alemania".
Lamenta que la fama de colaboración con los nazis se haya centrado en EEUU, "cuando en realidad, los británicos y los rusos reclutaron a muchos nazis, sólo que no lo dijeron públicamente".
Para la que será séptima entrega de la serie, Kerr adelanta que "tocará un poco la Guerra Civil española, pues aparece un personaje alemán, que, como muchos de sus compatriotas, estuvo en las Brigadas Internacionales, pero que abordará asimismo el fenómeno de la SS francesa".
En relación a su estilo minucioso y muy descriptivo, que puede recordar el cine de Bergman, Kerr señala que, "al igual que el impresionismo pictórico o el puntillismo, mi intención es que a partir de pequeñas descripciones, que aparentemente no significan mucho, el lector tome distancia y aprecie entonces un cuadro".
Kerr, que se ve a sí mismo como un escritor sobre temas criminales sino como un "novelista", cree que "la buena literatura mezcla diferentes géneros literarios, y esa será la tendencia en el género negro".
Y asegura que su meta sería escribir como John Le Carré hizo con "El espía que vino del frío", que "es un libro de espías, eventualmente histórico, porque describe la guerra fría, pero también un estudio psicológico del protagonista, o una descripción de la Inglaterra económica de los años 60".
El propio autor escocés (Edimburgo, 1956) es consciente de que si crea un villano o un malvado, siempre se quedará corto, "porque detrás hay alguien en la realidad de la cúpula nazi que ha sido mucho peor y que no es ficción".
Kerr relata que cuando comenzó hace quince años con la serie de Gunther, "sólo pensaba escribir un libro", pero el editor y su agente le dijeron que podía hacer un segundo para aprovechar la ingente investigación que había realizado para el primero. Sin embargo, tras tres libros, pensó que debería hacer otra cosa, "para no repetirme", y dejó de lado la serie "Berlín Negra".
Con el afán de encontrar en sus historias "una gallina de los huevos de oro", comenzó a publicar libros de diferentes temas, intentando emular la filmografía de Stanley Kubrick, pero como el propio autor reconoce, "los libros son como los niños, unos hacen más amigos y otros menos".
Kerr se inclina por no definir a su protagonista, porque "si lo definiera, Gunther tendría que hacer cosas que en el fondo no puede hacer" y prefiere que "su pasado siga dando sorpresas".
Se acerca al personaje de Gunther "de la misma forma como podría escribir sobre Heydrich, siempre buscando el lado humano de los personajes, no sólo el monstruo histórico que fue, algo que puede resultar chocante con los nazis, pero que ya ha hecho la literatura o el cine como en el filme 'El hundimiento'".
De momento, Kerr no piensa en el final de Gunther y recuerda que "Ian Ranking acabó con el detective John Rebus después de 19 libros, pero Gunther tiene todavía tiempo, porque sólo lleva seis. De todos modos -apostilla- no me veo en la situación de escribir 19 novelas sobre Gunther".
Gunther, que se desenvuelve en una Alemania en la que el nazismo está en pleno apogeo y donde se prepara un boicoteo, nunca ejecutado, contra los JJOO, trabaja en el Hotel Adlon, donde sigue la pista a varios robos y la muerte de un cliente.
En sus pesquisas le ayuda la periodista estadounidense Noreen Charalambides, que viaja a la capital alemana para investigar la declaración del presidente del comité olímpico americano, quien no reconoce ninguna discriminación a la población judía.
Veinte años después de estos hechos, los protagonistas se reencuentran en la Cuba de Batista, donde la corrupción y los crímenes unen a las antiguas altas esferas del nazismo con el crimen organizado de la mafia norteamericana.
El autor justifica la elección de Cuba porque "aparte de la Argentina de Perón, que ya utilizó en un libro anterior, sólo le quedaban dos posibilidades, Paraguay o Cuba, pero "Cuba parecía más interesante, por la mafia, Fidel Castro, Batista".
Kerr piensa que "a los cubanos les gustará más el libro que a los argentinos la entrega anterior" y recuerda que la posibilidad de tramas fuera de Berlín es inmensa, pues "más de 8.000 nazis escaparon de Alemania".
Lamenta que la fama de colaboración con los nazis se haya centrado en EEUU, "cuando en realidad, los británicos y los rusos reclutaron a muchos nazis, sólo que no lo dijeron públicamente".
Para la que será séptima entrega de la serie, Kerr adelanta que "tocará un poco la Guerra Civil española, pues aparece un personaje alemán, que, como muchos de sus compatriotas, estuvo en las Brigadas Internacionales, pero que abordará asimismo el fenómeno de la SS francesa".
En relación a su estilo minucioso y muy descriptivo, que puede recordar el cine de Bergman, Kerr señala que, "al igual que el impresionismo pictórico o el puntillismo, mi intención es que a partir de pequeñas descripciones, que aparentemente no significan mucho, el lector tome distancia y aprecie entonces un cuadro".
Kerr, que se ve a sí mismo como un escritor sobre temas criminales sino como un "novelista", cree que "la buena literatura mezcla diferentes géneros literarios, y esa será la tendencia en el género negro".
Y asegura que su meta sería escribir como John Le Carré hizo con "El espía que vino del frío", que "es un libro de espías, eventualmente histórico, porque describe la guerra fría, pero también un estudio psicológico del protagonista, o una descripción de la Inglaterra económica de los años 60".