Por Josph Mac Lean
Como sucede con cualquier tema relacionado con la contaminación ambiental, a nivel personal tendemos a alzar los hombres y pensar que el problema escapa de nuestras manos y sea lo que sea que hagamos, nada resolverá el problema... y en parte eso es cierto. Pero, ¿es sensato pensar que no podemos hacer nada? El asunto es ya de por sí complicado, sin embargo al menos podemos contribuir a que nuestro entorno sea más limpio.
Recibí un correo electrónico dándome algunas sugerencias de qué hacer para reciclar correctamente las pilas o baterías que usamos cotidianamente en este mundo moderno. Las hay por todos lados: en relojes, la computadora, el control remoto, las cámaras digitales... pilas o baterías por doquier. Muy pocas personas conocemos como deshacernos de ellas sin contaminar. Lo que sí es un hecho es que NO DEBEN IR al basurero común y corriente, sino ser puestas en dentro de una botella de plástico cerrada y luego cubiertas de cemento y asfalto para evitar su deterioro y ulterior efecto contaminante. Se debe animar a todo miembro de la familia, vecino y amigo a hacer lo mismo.
Igual sucede con las bolsas. ¿De qué material se debe usar? Si usamos de papel, contribuimos a la tala de los bosques porque hasta un 60% del papel que se produce proviene de la celulosa nueva extraída de los árboles que se talan constantemente. Si usamos de plástico, ya sabemos que algunas demorarán incluso mil años en degradarse por completo, y aunque hay las que son biodegradables, son más caras y escasas y también demoran unos años en descomponerse. Si usamos bolsas de tela, más tarde o más temprano debemos lavarlas y el jabón o detergente contaminará aún más los ríos y los océanos. Estamos atrapados pero no sin salida. Parece que esta última es la más sensata, dado que los detergentes utilizados de una manera racional contaminan mucho menos, pero igual dañan el ecosistema. En todos los casos, la producción de vidrio, papel, telas y sobretodo los plásticos, demandan mucha cantidad de recursos renovables y no renovables (agua, electricidad, petróleo y derivados, etc), que también contaminan enormemente todo el medio ambiente.
Claro está que nos desanimamos al observar los fracasos de las grandes potencias, con todos sus sabios y entendidos, en hallar soluciones eficaces a la contaminación ambiental que su ciencia y tecnología han causado. Pero, tampoco seamos injustos, pues las soluciones propuestas nos devolverían "al tiempo de la carreta", y pocos queremos privarnos de los adelantos tecnológicos adquiridos. De hecho, estamos a la caza de las innovaciones y nos afanamos por conseguirlas, aunque nuestros artefactos "antiguos" aún funcionen satisfactoriamente. Siempre queremos lo último, lo mejor y nos afanamos por trabajar más, ganar más para no quedarnos a la zaga. Y así, contribuimos también a la contaminación, porque desechamos productos cuya vida útil aún no ha terminado. Y lo peor de todo es que los desechamos de manera inapropiada. Muy pocos piensan en donar radios, celulares, discos u otro artefacto inútil a instituciones benéficas o enviarlo a amigos o conocidos en zonas más pobres. De este modo alargamos la vida útil de un artefacto, aunque es obvio, no detenemos de modo alguno el daño ecológico que la raza humana ocasiona al mundo entero.
Pronto se iniciará la Cumbre de Copenhague, pero hay poco optimismo en hallar soluciones prácticas, cuando el tiempo se está acabando, junto con las ideas concretas. Basta oír a los políticos y científicos de este mundo: están perplejos y sin conocer la salida. Por eso, la gente común se cruza de brazos y no hace nada y ya somos 7 mil millones de personas que vertemos toneladas de basura cada día y de un modo completamente despreocupado, si no negligente. Es cierto que a nivel individual, poco podemos hacer con el problema global, pero sí podemos tomar conciencia y enseñar a nuestros hijos, familiares, amigos y compañeros a ser un poco más responsables y conataminantes.