- "En respuesta, él [Jesús] les dijo: "¿No leyeron que el que los creó desde el principio los hizo macho y hembra, y dijo: 'Por esto el hombre dejará a su padre y a su madre y se adherirá a su esposa y los dos serán una sola carne?'" (Mateo 19:4; compare con Génesis capítulos 1 y 2)
- " Además Jesús mismo, cuando comenzó su obra era como de treinta años, siendo hijo, según se opinaba... José... [hijo] de Adán, [hijo] de Dios" (Lucas 3:1-38)
- "Todas las cosas vinieron a existir por medio de él [Jesús], y sin él ni siquiera una cosa vino a existir" (Juan 1:3)
- "El Dios que hizo el mundo y todas las cosas [que hay] en él..." (Hechos 17:24; compare con Salmos 146:6)
- "Porque lo que puede conocerse acerca de Dios está entre ellos manifiesto, porque Dios se lo ha puesto de manifiesto. Porque las cualidades invisibles de Dios se ven claramente desde la creación del mundo en adelante, porque se perciben por medio de las cosas hechas, hasta su poder sempiterno y su divinidad, de modo que ellos son inexcusables" (Romanos 1:19-20)
- "Por eso, así como por medio de un solo hombre [Adán] el pecado entró en el mundo y la muerte mediante el pecado, y así la muerte se extendió a todos los hombres..." (Romanos 5:12; compare con Génesis 1:28; 5:1) (Vea artículo: ¿Fueron Adán y Eva simples personajes de leyenda?)
- "Él [Jesucristo] es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación; porque por medio de él todas las [otras] cosas fueron creadas en los cielos y en la tierra, las cosas visibles y las invisibles..." (Colosenses 1:15-19; compare con Génesis 1:1, 26; Proverbios 8:22-31; Revelación 3:14)
- "Al fin de estos tiempos nos ha hablado [Dios] por medio de su Hijo, a quien nombró heredero de todas las cosas, y mediante el cual hizo los sitemas de cosas" (Hebreos 1.2)
Así que para qué andar tras "cuentos falsos" cuando es claro que la vida extraterrestre sí existe, al menos en el plano espiritual, puesto que Dios, a quien no podemos ver es un Espíritu (Juan 3:24), su Hijo, Jesucristo, fue "muerto en la carne pero hecho vivo en el espíritu" (1 Pedro 3.18), y los cielos están poblados de centenares de millones de ángeles, querubines y serafines debidamente organizados y laborando siempre a favor de la teocracia (Daniel 7:9,10; Revelación 5:11). De hecho, sin ser un libro de ciencia, la Biblia habla de que todo lo que existe es obra de la creación de Dios mediante su Hijo (que llegó a conocerse como Jesucristo cuando vivió en la Tierra) y por el poder de su espíritu santo (Génesis 1:2; Salmos 100:3).
Una cosa fundamental es que si existiese vida inteligente en otro planeta o lugar, de hecho ya se hubiese contestado la cuestión de si Dios merece gobernar o no a su creación. Si ya hubiesen fallado en otros mundos ¿para qué entonces vino Jesucristo a la Tierra a ofrecer un sacrificio propiciatorio "una vez para siempre" (Hebreos 9:24, 25)? Y si ya en otros mundos se hubiesen mantenido esos supuestos seres en fidelidad, entonces ¿no hubiese bastado con recurrir a ese modelo para demostrar lo sabio de aceptar la soberanía divina? La justicia exige eso, pues la cosa juzgada sienta jurisprudencia. Pero es el caso que la cuestión de la soberanía universal de Dios tiene que juzgarse y dilucidarse precisamente aquí en la Tierra, porque fue la primera vez (y será la única) que se cuestionó del derecho legal de Jehová Dios a gobernar su creación y su modo beneficioso de hacerlo (Isaías 48:16,17; Revelación 4:11).
Por tanto, aunque hay más que decir, según la Biblia, una religión que dice honrar tanto a Jesucristo como a su Padre (Juan 14:6; 17:3), no debería desperdiciar los escasos recursos en analizar cuestiones necias que no son de ningún provecho finalmente (1 Timoteo 4:7). Por otra parte, debería estar más interesada en que cada persona alcance el arrepentimiento (Hechos 2:38; 17:31) y el conocimiento exacto que le puede conducir a la salvación eterna de esta generación aviesa y torcida condenada a la destrucción (1 Timoteo 2:3-4; 4:10). Lejos de desechar el santo nombre divino de sus rituales, debería ayudar a la gente a conocer y santificar tan precioso nombre (Mateo 6:9) como hizo Jesucristo (Juan 17:6, 26), porque de hecho la misma salvación está íntimamente ligada a él (Hechos 2.21; Romanos 10:13). Hacer lo contrario, o simplemente distraerse de estas cuestiones vitales, sería hacerle el juego a Satanás el Diablo, el cual está extraviando a toda la Tierra habitada (Revelación 14:9) y dejarse llevar por "enseñanzas de demonios" (1 Timoteo 4:1). Nada bueno puede venir de eso.
(Le invitamos a buscar todos los textos bíblicos citados en su propia Biblia)