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domingo, 1 de noviembre de 2009

¿Quién pierde con un divorcio?

Por Joseph Mac Lean

Aunque a veces no queda más remedio que obtener un divorcio, la verdad es que a fin de cuentas hay más daño y perjuicio, evidente o no, para todos los implicados y no sólo los cónyuges. Por ejemplo, sufren los hijos (de haberlos), los parientes, los amigos, los vecinos y hasta los compañeros de trabajo. Claro está que es posible todavía "rehacer" y "continuar" con la vida de uno. De hecho, pocos son los casos que terminan en una verdadera tragedia; por eso quedan ocultos el dolor, la frustración y la rabia contenidas.
Muchas veces el divorcio pone fin a una clase de vida en la que es común el maltrato, tanto verbal, psicológio o físico. Sin embargo, en algunos casos el divorcio pone fin a "un matrimonio sin amor", o sencillamente a que la pareja descubre que no hay ningún futuro para ellos juntos; sencillamente han perdido el rumbo y ya no tienen los mismos objetivos de vida y es una tremenda carga soportarse uno al otro, aunque no medie violencia alguna.
El trámite legal para obtener un divorcio, es cierto, es mucho más largo, tedioso, costoso (en muchos sentidos) y complicado que el que se hace para obtener una licencia de matrimonio. Y, por muy "civilizado" que sea, siempre hay momentos críticos y lamentaciones. No pocas parejas han suspendido todo trámite judicial e incluso se han reconciliado para siempre. Aún así la tasa de divorcios se ha disparado en fechas recientes por todo el mundo. Y, en buen cuenta, no importa que uno se considere culpable o víctima, al final todos sufren con un divorcio, por eso muchas parejas prefieren luchar por su matrimonio, o soportar sus vicisitudes y apegarse uno al otro aunque el amor que los unió se haya desvanecido tiempo atrás. Todavía es factible recuperarlo y hasta hacerlo más maduro y duradero.
Sin importar la causas para solicitar o aceptar un divorcio, el costo es sumamente alto para muchas personas. Veamos el efecto en los hijos, los más cercanos a la pareja después de todo. Por más que los padres se esfuercen por llevar un divorcio "inteligente" (¿cabe el adjetivo?) y causar así el menor dolor, la verdad desnuda es que no existe divorcio perfecto. Con el tiempo, los efectos de ese divorcio se harán manifiestos en los hijos en su edad adulta. Nunca la ruptura de los padres resulta inocua a los hijos... ¡Nunca!
El punto principal es que se debe reconocer que si la pareja no supo manejar sabiamente su matrimonio, cuando incluso imperaba el amor, muy difícilmente podrán manejar las diferentes etapas del divorcio, cuando impera ahora la vergüenza, la frustración, la rabia, el desconcierto y hasta odio por la antes persona amada. Estos sentimientos, por muy controlados que estén, no dejan de inducir a un comportamiento violento aunque muchas veces velado. Pero, los hijos y los parientes y amigos cercanos pueden percibir (y a menudo soportar) esa angustia contenida y alguno que otro arrebato. Y de hecho afecta, casi siempre para mal, todo el resto de la vida de los divorciados y los implicados.
Otra parte del mito es que se piensa que los hijos estarán más contentos si sus padres (por separado, claro está) buscan la felicidad con otra persona distinta al otro progenitor. Nada más lejos de la verdad. Psicólogos y terapeutas concuerdan en afirmar que los niños son mucho más felices y crecen mejor si los padres permanecen juntos a pesar de sus diferencias. Por eso, aun cuando sus padres estén divorciados mucho tiempo, siempre abrigan la esperanza de verlos juntos de nuevo, aunque no lo manifiesten abiertamente. Cuando eso no sucede, es una herida que llevarán por siempre en su corazón.
Si resulta dífícil criar a los hijos bajo el mismo techo, pero todavía un hogar "dividido", imagínese lo extenuante y frustrante que resulta intentar educarlos y disciplinarlos a distancia. Los hijos no son artefactos electrónicos que se puedan dirigir a control remoto. Son seres humanos que han sido diseñados para que sus padres los amen, les muestren afecto, los instruyan y disciplinen 'cuando se acuestan', 'cuando se levanten', 'cuando se sienten en la mesa', 'cuando van por los caminos'... cosas imposibles de hacer a cabalidad cuando se les ve de vez en cuando, y a veces en visitas restringidas o vigiladas. Habría que ser todo un maestro en pedagogía (o un mago, si cabe la expresión) para hacer todo el trabajo de padre o madre en unos cuantos minutos a la semana.
¿Qué hay de los parientes y amigos cercanos? Independientemente de las causas del divorcio o a quien consideren como el culpable, las familias se dividen y el círculo de amistades se rompe, a veces para siempre. Como es natural, las familias y amigos íntimos tratarán, a modo de consuelo, de proteger al divorciado más cercano a ellos. Pueden esparcir rumores o chismes acerca del otro cónyuge que, ciertos o no, lo harán ver hasta como indeseable, en la falsa idea de que así cuidan de su hijo, hija o amigo íntimo. Nada más perjudicial y desconcertante para los hijos, pues en un divorcio nadie es completamente víctima o victimario... la culpa se reparte, en algunos casos por igual, y reconocer eso puede ayudar a los afectados a recuperarse de los trastornos emocionales que le sobrevienen al período incial de un divorcio.
Los parientes, padres y hermanos en especial, por lo general cierran filas alrededor de su pariente "herido", aunque la mayor parte de la culpa o responsabilidad recaiga sobre él o ella. Eso es hasta cierto punto natural, normal, comprensible. Pero, si piensan genuinamente en el bienestar de los hijos, hablar mal del padre o la madre no les reportará ningún bien a ellos, más aún si los comentarios son exagerados por no decir falsos. Muchas veces los hijos saben gran parte de "la verdad de la historia" y los parientes suelen olvidar todo lo que anteriormente el otro cónyuge aportó para alcanzar la felicidad de su matrimonio y sus verdaderos sentimientos y acciones. Muy rara vez le reconocen, que siendo inocente, haya tenido que renuncia a su propio dolor de, por ejemplo, haber sido traicionado, e intentar la reconciliación otorgando su perdón al cónyuge adúltero. A la hora de emitir juicios y en honor a la verdad y la imparcialidad, sería justo hablar a los hijos de las buenas cualidades de ambos padres, aunque sea comprensible (pero no deseable) que de vez en cuando hayan comentarios duros, por decir lo menos, pues finalmente todos somos imperfectos, o no podemos granjearnos las simpatías de todos
¿Y los amigos? También deben "elegir" a uno u otro, pues difícilmente podrán estar, los ahora divorciados, en futuros eventos sociales o simplemente en una charla amical ordinaria. Siempre se tiende a preferir a uno y desechar al otro, a veces de modo hasta grosero o indecente. No es extraño que algunos de esos "amigos" hayan sabido de las cuestiones y problemas, incluso un adulterio, que condujo finalmente al divorcio. Entonces prefirieron callar, pensando que era lo mejor, en espera que la pareja halle sola la solución a sus problemas y no cargar con la responsabilidad de la separación al develar o siquiera insinuar que algo no andaba bien en ese matrimonio. Pero, una vez acaecido el divorcio, se vuelven firmes defensores de uno y hasta en enemigos declarados del otro (tal vez para así ocultar el hecho de que conocían perfectamente el adulterio de su amigo o amiga preferida). Si se trata del cónyuge "inocente", hasta pueden levantar sospechas sobre sus reales intenciones en su lucha por mantener su matrimonio o haber extendido el perdón necesario para seguir adelante sin pensar en un divorcio. Y los que es pero, compartir sus ideas y sentimientos con los hijos de la pareja separada.
Nunca se terminará de estudiar y publicar los efectos dañinos de un divorcio. Con razón la Biblia dice que Dios "odia un divorciarse", y Él, que es el Fundador de la familia, sabe lo que le conviene al ser humano. El trauma que surge de un divorcio alcanza a todos, no sólo a los antiguos cónyuges, y es un precio demasiado alto a pagar. Como indican las estadísticas, si alguno o ambos deciden volver a casarse las probabilidades de alcanzar cierta de medida de éxito y felicidad es mucho menor que en el primer matrimonio. Los hijos pueden crecer con la idea de que no hay que esforzarse por honrar los compromisos. Los parientes y amigos pierden la intimidad de alguien que tal vez sea valioso en sus vidas, porque como dice el dicho "uno no se casa solamente con una persona, sino con todo su entorno, su familia y amigos también".
Por eso, si usted está pasando por problemas en su matrimonio, busque ayuda y pronto. No piense en darle fin en condiciones ventajosas, porque les digo la verdad: a la larga no tiene ninguna ventaja valiosa y sí abundantes desventajas e inconvenientes. Quienes le animan a obtener un divorcio tal vez no estén a su lado para cuando usted tenga que lidiar con su lucha por hallarle un nuevo rumbo a su vida, porque quizá el mayor dolor y temor que deviene de un divorcio es ese: se desvanece el proyecto de vida que uno elaboró con tanto cuidado desde el momento que se enamoró. Después del divorcio, se considere uno inocente o culpable, uno se siente perdido, y absolutamente solo. Por eso, piénselo muy bien pues el costo es sumamente elevado y doloroso.