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viernes, 14 de octubre de 2011

El hombre es lo que son sus pensamientos

Por Jospeh Mac Lean


Aparte de conocer a Dios, creo que el mejor conocimiento es acerca de uno mismo. Uno no tiene que tener poderes o talentos especiales para ser una gran persona y alcanzar un marcado éxito personal en la vida, siempre y cuando los cimientos de su vida estén bien colocados y haga todo esfuerzo posible por edificar y potenciar su nivel de conciencia al máximo.

Si tuviese que hacer un inventario de sus pensamientos, ¿qué hallaría? Es importante hacerlo porque la suma de ellos se refleja en su carácter, conducta o personalidad más tarde o más temprano. Así que usted es (y actúa) en realidad en base al cúmulo de pensamientos, ideas, planes, creencia y actitudes que posee.

Por eso es bueno preguntarse: "¿A qué aspiro yo realmente en la vida?". La respuesta es muy importante, pues marca y marcará el rumbo del resto de su vida, sea mucha o poca. De modo, que uno resulta inexcusable ante cual escrutinio acerca de lo que su vida resultará ser. Lo que forma sus raíces se desarrolla a partir de las semillas del pensamiento acumulado a través de los años de experiencia personal. En suma, usted es lo que pone en su mente, nada más y nada menos.

Es cierto que algunas tendencias y actitudes responden más al impulso genético heredado mediante nuestros padres; sin embargo, lo que el hombre alcanza, y lo que deja de lograr, es el resultado directo de sus propios pensamientos. Aquí, la libertad de elección es absoluta. Las debilidades y las grandezas de cada hombre son el producto de las propias condiciones que el mismo se ha creado o ha permitido que existan. Aún en las peores condiciones externas, incluso la opresión más severa, un hombre es libre en su interior, si no permite que se apague dentro de él la esperanza, la fe y el amor. Sólo él puede alterar los efectos de cualquier situación extrema no originada por él mismo, pues el sufrimiento y la felicidad real reposa en el interior de cada ser y de ahí emana hacia el exterior.

Por eso, la mejor manera de ayudar a alguien que consideramos "débil" no es echándonos a cuestas su vida y retirándole el poder de decisión. Más bien, la persona "débil" debe volverse fuerte por sí misma, por su propio esfuerzo, pues nadie sino él mismo puede alterar esa lamentable condición. Si persiste en muchos sentidos la esclavitud, es por que los "esclavos" lo permiten y no es tanta la culpa del "opresor" que tal vez sólo aprovecha sus fortalezas y talentos para sacar ventaja de una oportunidad. La verdad es que tanto el opresor como el esclavo son culpables de la esclavitud y el asunto es que en el proceso más se lastiman a sí mismos que unos a los otros.

Como lo han escrito por siglos incontables pensadores, un hombre es realmente libre cuando eleva sus pensamientos. Lo contrario también es cierto. El hombre libre sacrifica gran parte de su sabiduría instintiva que lo conduce a la autocomplacencia a fin de pensar con mayor claridad y alcanzar una planificación metódica de su propia vida. Sólo así podría asumir la responsabilidad de su propia existencia. Mientras más eleve su pensamiento, más probo e íntegro resultará ser y, por ende, más grande su éxito y sus logros serán benditos y perdurables, aunque quizá no lo aparente de modo visible.

Como ha quedado demostrado, la vida no premia a la larga al avaro, egoísta, codicioso o deshonesto; siempre le pasará la factura, de una forma u otra. En cambio, el magnánimo, el generoso, el virtuoso hallará siempre una justa recompensa de la vida y la naturaleza, así pasen los años y la edad haga destrozos en la apariencia y salud físicas, con tal que persevere en la lucha por seguir elevando sus pensamientos, no degradándolos.

El fruto de ese duro y prolongado esfuerzo por hallar conocimiento exacto, así como la pureza y la belleza de las cosas, permitirán al hombre probo alcanzar una estatura intelectual y moral inexpugnable, que en cierto modo generarán la envidia de otros, especialmente de los perezosos mentales.

La esforzada búsqueda de mayores y mejores logros, no sólo en el campo material, sino especialmente en el espiritual, intelectual y moral,permitirá al hombre noble hallar un deleite inigualable que le permitirá alcanzar una naturaleza prudente, pacífica y generosa que elevará a su vez su posición de influencia y felicidad. Dejar que nos domine la animalidad o terrenalidad nos degrada como seres humanos; nos hace egoístas y corruptos en sumo grado, a tal punto que después, incluso, no nos soportamos a nosotros mismos, ni a otros que muestran esa misma tendencia.

Sin embargo, es necesario mantenerse vigilante. Todo lo bueno se puede corromper, el caos y el desorden pueden tomar control de nuestra existencia, si no no ejercemos estricta vigilancia. Una vez que le concedemos espacio a lo malo o corrompido, el fracaso será la consecuencia lógica de nuestro descuido. Mantenerse perseverante en los pensamientos positivos, nobles y elevados nos ayudará a resisitir la degradación. Con el paso de los años, la lucha puede alcanzar ribetes dramáticos, pero el que persevera hasta su mismo fin es el que tiene grandes posibilidades de sentir la satisfacción genuina de haber vivido una vida noble y digna, un tesoro realmente inigualable.

Por eso, la próxima vez que tome una decisión acerca de qué permitirá que afecten, para bien o para mal, sus propios pensamientos, recuerde que su vida dependerá de eso. Si es lo noble, puro, casto, amable y verdadero, de seguro tendrá una vida realmente de éxito, independientemente de sus logros materiales. A final de cuentas lo que realmente importa es que clase de persona usted es y no que posición ocupa en la escala social o económica del planeta, que la perderá de todos modos al ir hacia la sepultura.