Con pasmosa frecuencia me preguntan "¿Dónde estuvo Jesús en su adolescencia?". Puesto que la Biblia misma no da detalle alguno, aparentemente, acerca de ese período de la vida de Jesús, algunos afirman que viajó a Egipto, la India, China e incluso al remoto Tibet. Pero, ¿que dice realmente la Biblia? Veamos algunos pasajes reveladores y, a mi modesto entender, reveladores.
Para empezar, el evangelio de Lucas, que narra el episodio del Templo cuando Jesús tenía doce años de su edad, al final del capítulo dos dice: "Y él bajó con ellos y vino a Nazaret, y continuó sujeto a ellos. También, su madre guardaba cuidadosamente todos estos dichos en su corazón. Y Jesús siguió progresando en sabiduría y en desarrollo físico y en favor ante Dios y los hombres". (Lucas 2:51-52, cursivas mías). Aunque no se dan abundantes detalles, la Biblia sí dice que Jesús permaneció en Nazareth, donde creció, se desarrolló y llegó a ser bien conocido. ¿Cómo lo sabemos?
El evangelio de Marcos capítulo 6 versículos 2 y 3 nos muestra eso, pues allí dice que sus coterráneos se preguntaron: "¿De dónde consiguió este hombre estas cosas? ¿Y por qué se le habrá dado esta sabiduría a este hombre...?". Si Jesús hubiese viajado extensamente, nadie se hubiese sorprendido de la manera como enseñaba, con genuina autoridad (Mateo 7:29). Sencillamente habría sido resultado de haber obtenido amplia sabiduría humana en lugares remotos. Pero no fue así, por eso estaban sorprendidos. Jesús era bien conocido en la comarca donde se crió y la gente sabía de su profesión: carpintero, lo que seguramente le dotó de un físico impresionante, aunque la Biblia no da detalles al respecto.
Otro pasaje que nos muestra que era conocido, y de dónde obtuvo su sabiduría, lo ubicamos en el evangelio de Lucas capítulo 4 versículos 16 al 21. Allí se nos muestra que era costumbre de Jesús asistir los sábados a la sinagoga a escuchar la palabra de Dios. Como había cumplido los 30 años, se le permitió participar en la lectura pública y al entregársele el rollo, ubicó con facilidad Isaías 61:1-3 que luego procedió a leer. La manera cómo debe haber leído ese texto generó expectativa en todos y él, correctamente, aplicó esa profecía a sí mismo. Queda claro que mediante la operación del espíritu santo, y su propio ejemplar empeño, Jesús dominaba las Escrituras y las aplicaba con exactitud. Las tentaciones que sufrió de parte de Satanás el Diablo, poco después de su bautismo, así lo confirman. En las respuestas que le dio, en todas ellas Jesús utilizó las Sagradas Escrituras para darle una contundente respuesta al demonio (Compare con Mateo 4:3-11). Que excelente ejemplo para todo cristiano, ¿no es cierto?
Queda patente entonces que Jesús creció en sabiduría, pero no la mundana o terrenal, sino en la "sabiduría que desciende de arriba" (Santiago 3:15), la de su Padre que estaba en los cielos (Mateo 6:9), que tuvo a bien compartir con su Hijo unigénito a quien había aprobado (Mateo 3:17).
Cualquier otra postura puede ser válida entre personas que no tienen fe o conocimiento bíblico, y ejerciendo su libre albedrío pueden proponer toda clase de teorías y fantasías... allá ellos. Pero, la Biblia ofrece respuestas sencillas aún a las más elementales de las preguntas, como ésta. Sin embargo, peor aún son aquellas personas que teniendo conocimiento de la Biblia la tuercen para propósitos perjudiciales o malignos, en imitación del accionar del resistidor de la soberanía de Dios (lo que significa el nombre Satanás). Éste usó incorrectamente las Escrituras en la segunda tentación, pero fue corregido de modo contundente por Jesús. Por eso, no basta con el simple conocimiento, sino que hay que ahondar en busca de entendimiento, discernimiento y sabiduría (Proverbios 5:1-2), sólo así nuestra capacidad de pensar se empleará de modo correcto y provechoso, para la gloria de Dios, el Padre (Juan 17:3; 1 Corintios 8:5-8), tal como hizo Jesús (Juan 17:5), en privado como públicamente (Juan 18:20), lo cual fue imitado por los primeros cristianos, incluso los apóstoles (Hechos 2:14; 4:8, 29; 5:27-29, 42 20:20).