Este pintor francés se inspiró en el dramático naufragio de esta fragata, de la que sólo sobrevivieron quince personas tras diez horribles días en una balsa a la deriva. El artista, fascinado por este episodio que conmocionó a la sociedad francesa, sobre todo por los insistentes rumores de motines a bordo, traiciones, asesinatos y canibalismo, decidió recrearlo en una monumental pintura.
Géricault consiguió contactar con los supervivientes para que le contaran con todo detalle lo sucedido y, gracias a su testimonio, plasmó en un impresionante cuadro uno de los naufragios más angustiosos y célebres de la historia.
En El naufragio de la Medusa, su autora plasma todo este proceso, pero además también refleja las dudas del pintor sobre si debe realizar la pintura, especialmente cuando las autoridades se afanan en ocultar sus aspectos más oscuros y sobre la legitimidad de hacer revivir a los protagonistas escenas que les llevan a enfrentarse con lo más crudo de su propia naturaleza humana.
Géricault consiguió contactar con los supervivientes para que le contaran con todo detalle lo sucedido y, gracias a su testimonio, plasmó en un impresionante cuadro uno de los naufragios más angustiosos y célebres de la historia.
En El naufragio de la Medusa, su autora plasma todo este proceso, pero además también refleja las dudas del pintor sobre si debe realizar la pintura, especialmente cuando las autoridades se afanan en ocultar sus aspectos más oscuros y sobre la legitimidad de hacer revivir a los protagonistas escenas que les llevan a enfrentarse con lo más crudo de su propia naturaleza humana.