“Oh Oidor de la oración, aun a ti vendrá gente de toda carne.” (SALMO 65:2.)
Sólo los seres humanos poseemos la necesidad y la capacidad de buscar y adorar al Creador. Sentimos un impulso, a diferente grado, de satisfacer nuestras necesidades espirituales. Por eso, la inmensa mayoría de seres humanos, de todos los tiempos ha ideado diversas formas de religión (re-ligar a Dios con el hombre) para ese fin.
Es evidente que los humanos tenemos una necesidad básica de comunicarnos, y no es extraño que busquemos comunicarnos con el Dios Todopoderoso, Creador del cielo y tierra. Al desobedecer a Dios, la primera pareja human perdió el privilegio de comunicarse con Dios directamente (Génesis 3:8-13, 17-24). Y, para sus descendientes imperfectos es aún mucho más difícil (aunque no imposible) alcanzar esa comunicación vital. Sin embargo, aunque posible, Dios ha establecido ciertos requisitos y condiciones para alcanzar comunicarnos con Él. Y esto es comprensible, pues usted mismo para tener una buena relación con sus familiares y amigos, o compañeros de trabajo o escuela, o los vecinos, acepta ciertas costumbres sociales elementales, o de gusto personal.
Una primera condición es aceptar que somos pecadores, y por lo tanto inferiores a Dios; entonces, la humildad es necesaria para intentar comunicarnos con el Creador (Lamentaciones 3:42, 44). También, se requiere fe (Santiago 1:5-8), así como estar dispuesto a obedecer a Dios, cuando Él responda (1 Juan 5:3), pese a que tengamos que sufrir en el proceso, y no desear cosas perjudiciales o contrarias a la voluntad de Dios. La Biblia contiene muchos buenos ejemplos de siervos del pasado que oraron con fe y humildad, y recibieron respuesta de parte de Jehová (Romanos 15:4; 1 Corintios 10: 6, 11): Abrahán (Génesis 15:2, 3; 18:23-33), Jacob (Génesis 28:20-22; 32: 9-12) y Job (Job 1:5; 42: 7-9). Pero, hay muchos otros buenos ejemplos.
Sin embargo, ¿sólo los siervos del Dios verdadero, Jehová, pueden dirigirse a Él en oracion? No, según lo que la Biblia registra: “Sea cual fuere la oración, sea cual fuere la petición de favor que se haga de parte de cualquier hombre o de todo tu pueblo Israel [...]; cuando él realmente extienda las palmas de las manos hacia esta casa, entonces dígnate oír tú mismo desde los cielos” (2 Crónicas 6:29, 30; compare con Lucas 1:8-10). Jehová con gusto acoge las peticiones hechas debidamente... de cualquier persona.
Cuando Jesús fue ungido como el Mesías prometido se inició un período en el cual, un poco más adelante, se eliminaría el sistema judío de adoración. Gracias al sacrificio de Jesús, ya no era necesario un arreglo terrenal (con un templo, una clase sacerdotal y ofrecer sacrificios animales, por ejemplo) para buscar el favor de Dios (Hebreos 9: 11-14). Y los evangelios muestran que Jesús oraba de continuo a su Padre, Jehová (Mateo 6:9-12; 14: 19; 26:36, 39, 4; Marcos 6:41; 8:6; 14:32, 35-36, 39; Lucas 6:12-13; Juan 11:41-42;12:27-30), un buen ejemplo a seguir, por cierto. Una gran muchedumbre, de todas las naciones, tribus y lenguas pueden acercarse a Dios hoy día (Isaías 2: 2-3; Revelación 7: 9-15), con la confianza de que Jehová sí escucha sus oraciones. Pero, hay requisitos elementales para que nuestra oración sea acepta a Dios. Veamos:
La Biblia asegura que "no importa qué sea lo que pidamos conforme a su voluntad, Él nos oye" (1 Juan 5:14), y esto no es extraño, porque Jesús enseño en la oración modelo´: "Efectúese tu voluntad" (Mateo 610). No es indebido pedir acerca del alimento, la ropa y la vivienda, o simplemente por un trabajo que nos permita cubrir esas necesidades básicas (Mateo 6: 24-34), pero preste atención cuidadosa al versículo 33 del capítulo 6 del evangelio de Mateo. También es bueno meditar en 1 Juan 2:15-17 que nos advierte que al orar a Dios no podemos incluir la satisfacción de los deseos de los ojos, ni de la carne ni alcanzar una posición de exhibición ostentosa de nuestros medios de vida: cosas que provienen del mundo [dominado por Satanás el Diablo] y no del Padre.
Es evidente que Dios no escucha todas las oraciones, ni siquiera de aquellos que afirman servirle (Isaías 1:12-17), pero que llevan una vida en contra de Su voluntad; por eso, cuan detestable le es la oración del inicuo (Proverbios 15:8). Sólo si empezamos a limpiar nuestra vida, obedeciendo, paulatinamente, las normas sagradas de Dios, conforme avanzamos en su estudio meditado, Dios escuchará y contestará nuestras oraciones (Mateo 7:21-23).
Una condición final: Tenemos que orar a Jehová, el único Dios verdadero (Juan 17:3; 1 Corintios 8:5-6) mediante Jesús (Juan 14:6; 15:6; 16:23-24; Efesios 2:13, 18), pues aboga por nosotros ante Dios para que nos acepte, pese a nuestra imprefección y tendencia pecaminosa, como justos (1 Juan 2:1, 2). Estudiar la Biblia con regularidad, esforzarse por aceptar y cumplir las normas de Dios y vivir en armonía con la voluntad de Dios, nos permitirá asegurarnos que las oraciones que hagamos, con fe, humildad y mediante Cristo Jesús, serán escuchadas y contestadas apropiadamente.