
En el momento en que se estaba levantando el edificio, los constructores de Nueva York se encontraban en una dura competencia para construir el rascacielos más alto del mundo. El edificio Chrysler fue construido a una media de 4 plantas por semana y ningún trabajador murió durante su construcción. Apenas antes de su finalización, el edificio se encontraba igualado con el edificio 40 Wall Street, de H. Craig Severance. Este último agregó posteriormente 61 centímetros a su edificio y reclamó el título de edificio más alto del mundo (esta distinción excluía a las estructuras, como por ejemplo la Torre Eiffel).
Van Alen, previamente, había conseguido permiso en secreto para construir una aguja, que fue construida dentro del edificio. La aguja de acero inoxidable Nirosta fue colocada en la cima del edificio una tarde de noviembre de 1929 haciendo del edificio Chrysler no sólo el edificio más alto del mundo, sino también la estructura más alta, superando a la Torre Eiffel. El edificio abrió sus puertas al público, el 27 de mayo de 1930. Van Alen y Chrysler disfrutaron de esta distinción durante menos de un año, hasta que le fuera entregada al Empire State Building. Desafortunadamente la satisfacción de Van Alen quedó empañada por la negativa de Walter Chrysler a pagarle sus honorarios.
El edificio fue renovado en 1978 y 1979, durante los cuales el vestíbulo fue revestido de granito, mármol y acero. La aguja sufrió una restauración que fue completada en 1995. El edificio fue comprado por Alex DiLorenzo. DiLorenzo lo vendió a una empresa de seguros de vida de Massachussets, y posteriormente fue vendido a Jack Kent Cooke, un inversionista canadiense-estadounidense. El edificio, en este momento, es co-poseído por TMW Real Estate, con el 75% de la propiedad, y Tishman Speyer Properties, con el restante 25%.