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jueves, 16 de diciembre de 2010

¿Qué significa ser cristiano?

Por Joseph Mac Lean

Un tercio de la población mundial, es decir unos dos mil cuatrocientos millones de personas afirman ser cristianas, o simplemente creen en Jesucristo. Puede que hasta asistan a los servicios religiosos que ofrecen unas 35,000 denominaciones religiosas. Puede, también, que algunas personas estén seriamente comprometidas con las doctrinas y las actividades de sus respectivas comunidades llamadas "cristianas". Incluso, puede que otras personas vistan y adopten las costumbres que se esperan de la gente "cristiana". Pero, ¿es eso todo lo que significa ser cristiano? (Romanos 10:2-3) La cosa no parece ser tan sencilla. Veamos por qué.
De hecho, la base del cristianismo primitivo siempre estuvo en las Escrituras, las mismas que su Fundador, Jesucristo, utilizó en su ministerio terrestre y que, bajo la inspiración del espíritu santo, sus apóstoles y otros seguidores designados ampliaron para sentar las bases de la nueva forma de organización, dogma, conducta y actividad de los que ingresaban a la naciente congregación cristiana y para que el'hombre de Dios', sea competente y bien equipado (" Timoteo 3:16-17). Es importante recalcar el hecho de que Jesús llamó a los escritos de su tiempo "la verdad" (Juan 17:17), pero, ¿tienen la misma convicción todos los que afirman ser cristianos hoy?. Las pruebas demuestran, por el contrario, que la mayoría de ellas desconoce los aspectos y principios fundamentales, más allá de conocer (a veces a modo de cuento o leyenda) alguna que otra historia bíblica.
A nadie escapa, en segundo lugar, que las Escrituras tienen poco efecto en la fe, la esperanza y la conducta de una inmensa mayoría de creyentes, y que en cierto modo se comportan y asumen el futuro 'como los demás de las naciones que no tienen Dios', y no tienen ota marca característica del cristiano: No ser parte del mundo (Juan 17:16). Y muy pocos están dispuestos a hacer lo que Cristo realmente les mandó a hacer (Juan 15:14), en todo aspecto de la vida. La historia registra el fiel derrotero que los cristianos primitivos emprendieron en medio del sistema tradicionalista judío y del cruel Imperio romano. Ambos persiguieron con ferocidad implacable y utilizando todo medio imaginable para la época, a este grupito despreciado; pero nunca consiguieron desaparacerlo, cual era su propósito. Por el contrario, se esparcieron, y junto con ellos a su fe, por todo el imperio, y mucho más lejos que eso, lo que demostró que contaban con el favor divino (Hechos 5:33-40).
Un cristiano verdadero hace todo esfuerzo por mantenerse alejado de la fornicación, la borrachera, la idolatría, la conducta relajada, la práctica de espiritismo, entre otras cosas (Gálatas 5:19-21). ¿Ve usted ese esfuerzo en su comunidad religiosa, o al menos de una parte importante de sus miembros, entre ellos a los líderes? Claro, debido a que algunos cristianos primitivos habían practicado esas mismas cosas, cuando abrazaron la nueva fe puede que tuvieran algunas contadas recaídas, pero finalmente supieron superar todo obstáculo para servir limpiamente a Dios, mediante Cristo Jesús (1 Corintios 6:9-11; 2 Corintios 6:17-18). Otros descubrieron que todavía habían de luchar con imperfecciones 'menos graves', como los celos, el espíritu insano de competencia, la ira, las altercaciones, y la ostentación propia de un modo de vida exclusivamente materialista, entre otras cosas (Gálatas 5:19-21; 1 Juan 2:15-17). Hay quienes aprendieron a la mala (por decirlo así) que el amor al dinero sólo atrae frustración y dolor y aparta de la fe genuina (1 Timoteo 6:9-10).
Otra característica del cristianismo verdadero es el celo evangelizador, pues en obediencia al mandato de Jesús en Mateo 28:19-20, 'llenaron [primero] a Jerusalén con su enseñanza' (Hechos 5:28), y luego a todo el mundo entonces conocido (Romanos 15:24), sin importar si las circunstanciase eran favorables o no (1 Timoteo 4:15; 2 Timoteo 4:2). Hoy, es importante reconocer quienes están de verdad 'predicando el Reino' por toda la tierra habitada, pues es parte de la señal de que estamos en los 'últimos días' (Mateo 24:14). ¿Están usted y la comunidad religiosa a la que pertenece comprometidos con proclamar que el reino de Dios es la única solución a los problemas de la humanidad y que es inminente su instalación también aquí en la Tierra, como ya lo está en los cielos? (Mateo 6:9-10).
También, aunque dispersos por el mundo, todos tenían 'una sola fe', puesto que reconocían a 'un solo Señor' (Efesios 4:5) y se reunían con regularidad para exhortarse al amor y a las obras excelentes (Hechos 2:46-47; 4:31; 16:1, 17; Hebreos 10:24-25;). Además, en sus propias casas estudiaban diligentemente las Escrituras (Hechos 17:11), a fin de manejarla correctamente (2 Timoteo 2:15) y hallar el consuelo a sus tribulaciones (Romanos 15:4), entre otros muchos beneficios (Juan 20:30-31; 21:25;1 Juan 2:1-2).
Finalmente, aunque eran llamados 'cristianos' (Hechos 11:26), los discípulos verdaderos del primer siglo en especial reconocieron que ese era simplemente el nuevo 'Camino' (Juan 14:6; Hechos 9:2) que los conducía al único Dios verdadero, el Padre (Juan 17:3; Filipenses 2:5-11), en virtud al nuevo pacto sellado con la sangre derramada por Jesucristo (Lucas 22:20), por lo que el sistema anterior, el que se basaba en las leyes dadas mediante Moisés quedaba terminado (Romanos 7:4-6).
Tenga en cuenta, incluso, que Jesús mismo predijo que 'muchos' dirían ser cristianos, pero que más que sus expresiones son sus hechos lo que demostraría si eran cristianos aceptos o no (Mateo 7:22, 23, 1 Juan 2:17). Por lo tanto, a la luz de este breve análisis, la adoración de una inmensa mayoría de "cristianos" no cuenta con la aprobación de su Líder, Jesucristo, por lo que resulta vana. Sería conveniente, entonces, analizar si su fe le permite asegurar de palabra y acción que usted ha hallado la religión verdadera (Juan 4:23, 24) y que conoce al Dios que adora (Juan 4:22; 17:3). ¿Por qué es tan importante eso? En primer lugar, porque así seremos realmente felices (Juan 13:17) y, seguidamente, porque nos pone en el camino que conduce a la salvación y la vida eterna (1 Timoteo 2:3-4; 6:12).