La historia se ambienta en el Londres victoriano, con toda su mugre, su contaminación, su pobreza, su latrocinio y demás, por lo que la ambientación es, absoluta y sinceramente, fantástica. El trabajo de Crichton para llevarnos a un escenario creíble es digno de mención. Una lectura asombrosamente fácil. Sí, parece que nos habla de los verdaderos finales del siglo XIX, aunque tanto enamorado del "cualquier tiempo pasado fue mejor", crea que el siglo XIX (y todos los anteriores) fueron algún tipo de maravilla panaceica.
El señor Pierce quiere robar el oro que va para pagar a los combatientes en Crimea. Este oro se transporta en el interior de dos cajas fuertes Chubb, que salen en un tren una vez al mes. El caso es que para robarlas tendrá que entretejer un plan intrincado que le permita obtener las cuatro llaves (dos para cada caja fuerte), acceder a ellas, coger el dinero e irse antes de que nadie se dé cuenta. Para conseguirlo tendrá que confiar en distintas personas, en que los planes salgan bien, y en que nadie lo arruine, o dé el soplo a las autoridades y demás.
La novela tiene un tono policíaco importante, aunque casi siempre desde el punto de vista del que orquestra el robo, que se desarrolla con suma finura. Un robo de guante blanco.Tiene una descriptiva bastante cargada y detallada, que realza el toque decimonónico que tan bien le sienta a la historia. Los personajes son todos interesantes y muy carismáticos, el caso está fantásticamente presentado y de forma amena (el señor Crichton tenía un don para contar historias que resultasen entretenidas, creo yo).
El gran robo del tren es una muy buena novela, tiene una buena narración, unos personajes aceptables (Pierce, en concreto, es un gran personaje; tanto que cuesta no apoyarlo en sus decisiones y desear que se salga con la suya) y un desarrollo muy entretenido. Recomendable, sobre todo si os apetece informaros sobre la época y Londres y sus extrañas costumbres.