El discurso de Mario Vargas Llosa en la ceremonia de entrega del Nobel está transido de humanidad y eso lo hace grandioso. Ensalza la literatura como la mayor y más colosal obra humana por la sencilla razón de que con ella no hay nada imposible. Y es que se trata de un don divino, nos hace imperecederos, dejando para la historia recuerdos de nuestro tiempo.
Por eso Mario anima a escribir cuentos y versos, a relatar los entuertos de personajes diversos, a glosar grandes hazañas, a contar los desafueros convirtiendo la escritura en quizá el mejor remedio para hacer todo posible con tan simples instrumentos, y es que la literatura es sin duda un gran invento. Los más inimaginables retos alcanzados por la humanidad han sido previamente glosados por alguna mente iluminada y privilegiada que supo avanzarse a su tiempo y que marcó nuevos horizontes.
El espectro que abarca el arte de escribir es inabarcable, no hay nada que se le resista porque la imaginación es infinita, llega a todas partes e interesa a todo el mundo. La historia de la literatura es la obra más grande jamás contada y Vargas Llosa ya forma parte de ella.