Al leer la Biblia encontramos que la Palabra de Dios es viva y poderosa en las vidas de millones de personas (Hebreos 4:12). Así ha sido en el pasado, e igualmente resulta en el presente. Y, como toda arma, es conveniente aprender a usarla correcta y hábilmente, a fin de que siempre resulte en el beneficio de quien escucha o la estudia. Por eso, es importante leerla y examinarla con cuidado (Hechos 17:11) para captar el significado verdadero y el entendimiento claro de lo que ella dice respecto a todo asunto.
La Biblia no es el resultado de juntar al azar unos cuantos versículos que puedan usarse para probar cualquier punto de vista que parezca correcto. Satanás y algunos de sus ministros o siervos terrestres han hecho eso precisamente: adulterar el contenido y/o significado de ciertos textos bíblicos. Por ejemplo, el Diablo aplicó mal el Salmo 91.11-12 cuando tentó a Jesús para que pusiera en riesgo su vida (Mateo 4:5-6).
Así también, con respecto a la identidad del Diablo, los Padres o Doctores de la Iglesia [Católica Romana] han interpretado que el “Lucero, hijo de la Aurora” en Isaías 14:12-16 se refiere a Satanás, el príncipe de los demonios (vea la nota respectiva al pie de página en la Biblia de Jerusalén), tanto es así que en la Vulgata [traducción en latín de las Santas Escrituras], se emplea el término “Lucifer”, y se da ese nombre propio a Satanás. En el mismo sentido. La Versión Moderna, dice en el versículo 12: “¡Como caíste de los cielos, oh Lucero, hijo de la aurora! [Lucifer en la Vulgata] ¡has sido derribado por tierra, tú que abatiste las naciones!”
Debemos recordar que la palabra “Lucero” corresponde a la palabra hebrea hehlel, “brillante”, que este texto se emplea como sustantivo común, no como nombre propio o título. Tan sólo se emplea para describir la posición encumbrada o brillante de la dinastía babilónica de Nabucodonosor (vea Isaías 14:3-4), que es el tema o contexto de este capítulo de Isaías. Otro punto a tener en cuenta es que en el versículo quince. Se dice que este personaje baja al Seol[1], que es el sepulcro común de la humanidad, por lo tanto no aplicable a Satanás que es un espíritu, un ángel rebajado en su condición espiritual.
Finalmente, el versículo dieciséis se refiere a la condición rebajada del hombre [heb: has’ísch; griego: ánthropos; latín: vir], y no simplemente Aquél, como vierte la Biblia de Jerusalén, y que permite una aplicación más amplia (susceptible de distorsión) de lo que el escritor original quiso indicar. Por eso, la Biblia Latinoamérica (1995), traduce Isaías 14:16 “hombre”, y no simplemente “aquél”, y así evidencia que estos versículos no pueden referirse al Diablo.
Aunque los reyes de Babilonia fueron sepultados con honorabilidad y toda pompa, la memoria de la dinastía babilónica de Nabucodonosor ha quedado repudiada “como un brote detestado”, y nunca pudo recuperarse del mortal golpe que sufrió en manos de los medos y los persas en 539 aEC Isaías 14:21). De hecho, Belsasar murió aquella misma noche y no se le dio un entierro digno siquiera. Aunque el orgullo y la ambición de los reyes de Babilonia fueron el reflejo del “dios de este sistema de cosas, Satanás el Diablo (2 Corintios 4:4), queda patente que no se le pueden aplica a él las palabras de Isaías 14:12 al 16. Al estudiar con meditación, bajo la guía del propio espíritu del Autor de la Biblia y la ayuda que provee el esclavo fiel y discreto, podemos entender y manejar mejor la Palabra de Dios, evitando adulterar tanto su contenido como su significado (2 Corintios 4.2).
La Biblia no es el resultado de juntar al azar unos cuantos versículos que puedan usarse para probar cualquier punto de vista que parezca correcto. Satanás y algunos de sus ministros o siervos terrestres han hecho eso precisamente: adulterar el contenido y/o significado de ciertos textos bíblicos. Por ejemplo, el Diablo aplicó mal el Salmo 91.11-12 cuando tentó a Jesús para que pusiera en riesgo su vida (Mateo 4:5-6).
Así también, con respecto a la identidad del Diablo, los Padres o Doctores de la Iglesia [Católica Romana] han interpretado que el “Lucero, hijo de la Aurora” en Isaías 14:12-16 se refiere a Satanás, el príncipe de los demonios (vea la nota respectiva al pie de página en la Biblia de Jerusalén), tanto es así que en la Vulgata [traducción en latín de las Santas Escrituras], se emplea el término “Lucifer”, y se da ese nombre propio a Satanás. En el mismo sentido. La Versión Moderna, dice en el versículo 12: “¡Como caíste de los cielos, oh Lucero, hijo de la aurora! [Lucifer en la Vulgata] ¡has sido derribado por tierra, tú que abatiste las naciones!”
Debemos recordar que la palabra “Lucero” corresponde a la palabra hebrea hehlel, “brillante”, que este texto se emplea como sustantivo común, no como nombre propio o título. Tan sólo se emplea para describir la posición encumbrada o brillante de la dinastía babilónica de Nabucodonosor (vea Isaías 14:3-4), que es el tema o contexto de este capítulo de Isaías. Otro punto a tener en cuenta es que en el versículo quince. Se dice que este personaje baja al Seol[1], que es el sepulcro común de la humanidad, por lo tanto no aplicable a Satanás que es un espíritu, un ángel rebajado en su condición espiritual.
Finalmente, el versículo dieciséis se refiere a la condición rebajada del hombre [heb: has’ísch; griego: ánthropos; latín: vir], y no simplemente Aquél, como vierte la Biblia de Jerusalén, y que permite una aplicación más amplia (susceptible de distorsión) de lo que el escritor original quiso indicar. Por eso, la Biblia Latinoamérica (1995), traduce Isaías 14:16 “hombre”, y no simplemente “aquél”, y así evidencia que estos versículos no pueden referirse al Diablo.
Aunque los reyes de Babilonia fueron sepultados con honorabilidad y toda pompa, la memoria de la dinastía babilónica de Nabucodonosor ha quedado repudiada “como un brote detestado”, y nunca pudo recuperarse del mortal golpe que sufrió en manos de los medos y los persas en 539 aEC Isaías 14:21). De hecho, Belsasar murió aquella misma noche y no se le dio un entierro digno siquiera. Aunque el orgullo y la ambición de los reyes de Babilonia fueron el reflejo del “dios de este sistema de cosas, Satanás el Diablo (2 Corintios 4:4), queda patente que no se le pueden aplica a él las palabras de Isaías 14:12 al 16. Al estudiar con meditación, bajo la guía del propio espíritu del Autor de la Biblia y la ayuda que provee el esclavo fiel y discreto, podemos entender y manejar mejor la Palabra de Dios, evitando adulterar tanto su contenido como su significado (2 Corintios 4.2).
________________________________________
[1] Seol: Sepultura común de la humanidad; el dominio del sepulcro; no se refiere a una sepultura individual (heb. qé·ver, Jue 16:31; qevu·ráh, Gé 35:20) ni a una tumba individual. Por todas las Escrituras inspiradas se asocia continuamente al Seol con la muerte y no con la vida. (1Sa 2:6; 2Sa 22:6; Sl 18:4, 5; 49:7-10, 14, 15; 88:2-6; 89:48; Isa 28:15-18; compárese también Sl 116:3, 7-10 con 2Co 4:13, 14.) Se habla del Seol como una “tierra de oscuridad” (Job 10:21) y un lugar de silencio. (Sl 115:17.) Parece ser que Abel fue el primero en ir al Seol. Desde entonces, innumerables millones de muertos humanos se le han unido en el polvo del suelo. (heb. ga·dhísch, Job 21:32). [vea “Pesrpicacia para Entender las Escrituras, vol 2, editado por la Sociedad Watch Tower Biblie and Tract Society of Pennsylvania]