Thomas Mann opina a continuación sobre el conjunto de una novela ('Las diosas') de su hermano, Heinrich: "Bufonesco, deforme, gritón, exagerado, romántico en el mal sentido de la palabra". En el mal sentido, que quede claro. Tampoco se tragaban Christian y Thomas Buddenbrook, de la primera novela del Nobel. Christian era el "artista", y Thomas un planchado burgués. La tentación de establecer parecidos resulta demasiado fuerte. Reductiva también.
Heinrich Mann (1871-1950) alcanzó cierto renombre con 'El súbdito' (1914), y, sobre todo, por 'El profesor Unrat' (hoy editada por RBA). Pero sobre todo fue a engrosar con sus títulos ('En el país de Jauja', 'La pequeña ciudad', 'Enrique IV'...) lista ingrata de los libros olvidados. Tuvo desde el principio un afán político más pronunciado y revolucionario, y líos con cabareteras en fondas, en el reverso escandaloso de la luz diurna y de la reputación. Thomas dejaba sus reversos al diario íntimo, y cuidó siempre su imagen exterior, al lado de una rica heredera bávara. Políticamente, Thomas se llegó a encenderse ya mayor, en los años de furia nazi, que acabaron metiendo también sus libros en las piras de Berlín.
Cuando Heinrich ya había publicado tres libros sin demasiado éxito llegó su hermano menor, con 25, como un meteoro con 'Los Buddenbrook', inspirada en los años de infancia y juventud comunes en Lübeck. No le pillaría desprevenido porque cuando vivieron juntos durante 1 año cerca de Roma, educándose el alma, Thomas se encontraba en pleno proceso de redacción. Durante el año del periodo de redacción de la novela que pasó en Italia, desde luego, no se puede decir que Thomas optase por otro camino que el del arte. Ninguno continuó con el negocio de exportación de cereal de su padre. El símil de los Buddenbrook no sirve tanto.
'El profesor Unrat' es quizá la obra suya que más prestigio ha logrado. El profesor pedante, de nombre Raat pero apodado "Unrat" ("basura"), dominado por la cabaretera se han querido alumbrar (¡ah, la tentación!) ciertos capítulos biográficos de amor arrastrado. Los espejos cóncavos en la miseria de las farras nocturnas. Por un lado, el idilio de Heinrich con Nelly Kröger, 30 años más joven que él. Nelly terminaría suicidándose, por cierto (como las dos hermanas de los Mann), pero en la familia se especulaba con la bota tiránica de la jovencita.
Por otro lado, podríamos hablar de Marlene Dietrich, la diva del genial Josef von Sternberg, que terminaría obsesionándose con la joven. Dietrich interpretó su primer papel en 'El ángel azul', adaptación famosísima de la novela de Mann (Heinrich). Sternberg tardó años en reponerse de la vampiresa Lola. El primogénito del senador de Lübeck no terminó mucho mejor que Emil Jannings en la película. Thomas, ya Nobel, le pasaba dinero. Ambos se habían asentado en California, tan lejos de casa, pero su relación tampoco se estrechó mucho. Murió Heinrich en 1950, cuando pensaba volver a Alemania. La posteridad no le ha tratado muy bien. Pero al lado del autor de 'La montaña mágica' cualquiera empalidece. Cualquier juicio crítico un poco severo sólo agrava insolidariamente esta realidad.