Colocar crucifijos en escuelas públicas de Italia no atenta contra los derechos de los no católicos, según falló el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
La corte de Estrasburgo (Francia) considera que el hecho de tener la cruz colgada en las aulas no ejerce influencia alguna en los alumnos y no viola los derechos de las familias no católicas siempre que no se usen con ánimo de adoctrinar.
La decisión anula una sentencia de previa, de 2009, con la que había despertado las iras de la comunidad católica italiana, y que había sido apelada por Roma y otros países europeos.
El ministro de Exteriores italiano, Franco Fratini, recibió la resolución como una victoria del "sentimiento popular de Europa".
"Espero que tras este veredicto, Europa empiece a abordar el asunto de la tolerancia y la libertad religiosa con la misma valentía", agregó el canciller.
El Vaticano también recibió con satisfacción la decisión judicial. Su portavoz, Federico Lombardi, la calificó de "una sentencia que hace historia".
Decisión histórica
También mostró su agrado la ministra de Educación, Mariastella Gelmini, quien defendió que el crucifijo "sintetiza los valores del cristianismo, los principios sobre los que se apoya la cultura europea y la propia civilización occidental: el respeto de la dignidad de la persona humana y de su libertad".
La libertad religiosa, el derecho a la no discriminación, libertad de elección son principios fundamentales y en este caso no fueron respetados
Massimo Albertin, denunciante
"Es un símbolo pues, que no divide sino que une y su presencia, también en las escuelas, no representa una amenaza para el laicismo del Estado, ni para la libertad religiosa".
Las cruces no son obligatorias en Italia, pero son una costumbre muy extendida.
La controversia judicial comenzó con una madre de origen finlandés que denunció que la escuela pública en la que estudiaban sus dos hijos rehusó retirar los símbolos católicos de las aulas en las que estudiaban sus dos hijos.
Decepción en los denunciantes
Soile Lautis argumentaba que violaban los principios de seculares que la escuela se supone que deben tener.
Pero la decisión final de la Gran Sala de Estrasburgo afirma que no hay pruebas de que puedan "influir en los alumnos".
Su marido, Massimo Albertin, expresó también su desilusión y afirmó que la sentencia no respeta los principios sobre los que ha sido construida la sociedad italiana.
"La libertad religiosa, el derecho a la no discriminación, libertad de elección son principios fundamentales y en este caso no fueron respetados", le dijo Albertin a la agencia AP.
La resolución se limita a las escuelas públicas italianas y no es vinculante para otras naciones europeas, que no se verán obligadas a permitir los símbolos católicos en las escuelas públicas.
Pero sí que podría servir de argumento hasta en 47 países para que sus ciudadanos pidan ante la justicia que los símbolos religiosos sean tolerados.
Los gobiernos también podrían usarlo como argumento para cambiar la ley.
(Fuente: BBCmundo.com)