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viernes, 4 de noviembre de 2011

Las bases de la cultura europea (I)

Por Joseph Mac Lean

Una cultura es el conjunto de historias que cohesionan una sociedad, y los europeos (especialmente los occidentales) han trazado su biografía basándose en dos fuentes o textos fundamentales: (1) La Biblia; y, (2) La doble epopeya griega de la invasión de Troya, compuesta de dos obras, "La Iliada" y "La Odisea". Pero, no piense que siempre fue así. Es recién con la invención de la imprenta [1444 - Johannes Gutemberg], que se permitió una revolución mediática. La imprenta posibilitó la difusión masiva de textos de la Antigüedad que los humanistas "redescubrieron": los textos de Homero. Todo quedó cautivo a la influencia helenística: la pintura, el teatro, la literatura, el poder político, todo. Para más o menos ese mismo tiempo, Lutero, Calvino, Tyndale, entre otros, arrebataron la Biblia de mano del clero y la traducen a lenguas vernaculares, lo que hizo posible que cada individuo se convirtiera en su propio sacerdote, es decir la democratización de la religión.

Esta mixtura originó una nueva tensión entre la religión y el Estado, cuando el tan mentado origen divino de las monarquías comenzó a ser puesto en duda. Las revoluciones no se hicieron esperar, al menos comenzaron a gestarse. La gente común se dio cuenta que tenía un poder inmenso si se hallaban juntas y en armonía. Las autocracias dejaron de serlo, al menos en un sentido absolutista, y empezaron a otrogar cada vez más derechos a sus súbditos.

Si bien es cierto la cultura judeo-cristiana, basada en una interpretación antojadiza de la Biblia (al menos hasta mediados del siglo XIX), no permitió que la confusión religiosa, como hubiese sido de dominar la religión griega clásica, arraigara en las mentes europeas medievales. Sin embargo, el "pensamiento griego" lo impregnó todo, y fue la semilla del actual materialismo que domina a la sociedad europea moderna: "sólo las cosas concretas son reales". El arte, la economía, la ciencia, la política, y, en cierto modo, la religión misma cayó bajo el influjo griego.

Muchas de las formas literarias modernas proceden de la literatura griega: odas, cantos, elegías, anacreóntica, lírica coral, himnos, peanes (himnos triunfales). El teatro no es extraño a la influencia griega: "tragedia" proviene de 'tragos' (macho cabrío) y 'oda' (canto), es decir, "canto del macho cabrío". La matemática se nutrió de un inmenso caudal de términos griegos: tetra (4), penta (5), etc. Pero fue la filosofía griega la que logró instaurar una nueva época en el pensamiento europeo. Al liberarse de las ataduras de la religión imperante, el pensamiento quedó libre, descubriéndose a sí mismo. Ni siquiera las leyes de la lógica pueden contener esta nueva avalancha de pensamiento. Las viejas escuelas filosóficas griegas (socrática, platónica, aristotélica, cinicsmo, estoicismo, escepticismo, entre otras) resurgen del olvido y que pudiendo dar inicio a una era de confusión, felizmente no sucedió así.

De alguna manera, Europa se reacomodó a esta nueva tendencia y más o menos en unos 400 años (entre 1450 a 1850 EC) se gestó la Europa actual, con todos sus aciertos, vicios y fracasos. Primero el Renacimiento, que permitió el redescubrimiento de la cultura pagana, en especial de la griega. Esta era produjo obras maestras de arquitectura, la escultura y la pintura que son admiradas hasta el día de hoy. Detrás de este "revivir" se halla el gusto por la vida, la luz, los colores y la belleza del cuerpo humano. Empleando conceptos griegos, Dante produce "La Divina Comedia". Bajo el dominio de los Médicis, Florencia se convierte en la Atenas moderna, y Boccaccio, con su "Decamerón" propugna la libertad sexual. Al Estado Pontificio, no dejan de llegar las generosas contribuciones de toda Europa. El Papado decide reconstruir Roma. Italia empieza a resurgir de las cenizas con pequeñas ciudades-estados: Roma, Florencia, Milán y Venecia.

El Renacimiento produce a Sandro Botticelli (1444-1510), Leonardo da Vinci (1452-1519), Miguel Ángel Buonarotti (1475-1564), Tiziano (1487-1576), Rafael (1483-1520), y tantos otros pintores, escultores y arquitectos que cambiaron la faz de Europa. Las ciudades italianas abundaban en obras de arte, símbolo evidente de la pomposidad y suntuosidad. Los pisanos se enorgullecían de su torre inclinada que vencía las leyes de la gravedad. Pero fue Venecia la cumbre de los arquitectos italianos: Construída sobre una laguna, se convirtió en uno de los lugares más mágicos del mundo, hasta el día de hoy. Shakespeare la eligió para su "El mercader de Venecia", y Thomas Mann para su "Muerte en Venecia", hasta llegar a las novelas policiales de Donna Leon. Durante las fiestas y las regatas, Venecia bullía con miles de visitantes, venidos de todo confín del planeta. Toda persona que se preciaba de culta debía visitar (y con frecuencia) algunas de las espléndidas ciudades italianas.

Mas de pronto, el Renacimiento llegó a su fin abruptamente, tan sólo 130 años después de su inició. ¿Es que el europeo se cansó de tanto apogeo cultural? En el próximo artículo develaremos ese misterio.