El apóstol Pablo escribió: “Hijos, sean obedientes a sus padres en unión con el Señor, porque esto es justo: ‘Honra a tu padre y a tu madre’; que es el primer mandato con promesa: ‘Para que te vaya bien y dures largo tiempo sobre la tierra’. Y ustedes, padres, no estén irritando a sus hijos, sino sigan criándolos en la disciplina y regulación mental de Jehová” (Efesios 6:1-4). ¿Qué quiso decir el escritor inspirado?
La palabra griega empleada en Efesios 6:4 se refiere a la “dirección espiritual” o a “la influencia sobre la mente” que los padres deben brindar a sus hijos, para que armonicen con el propósito de su Creador y les resulte más fácil obedecer Sus instrucciones. Aquí brindaremos algunas sugerencias prácticas que han resultado valiosas y beneficiosas en otras familias.
Dedicarles tiempo
En el antiguo Israel, el padre de familia recibió esta instrucción: “Y estas palabras que te estoy mandando hoy tienen que resultar estar sobre tu corazón, y tienes que inculcarlas en tu hijo, y hablar de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino y cuando te acuestes y cuando te levantes” (Deuteronomio 6:6-7). No cabe duda que el Creador ha puesto en el padre (y también en la madre) la responsabilidad de dar a conocer a su prole cuál es Su voluntad respecto a todo asunto. Pero, el dilema es hallar el tiempo para hacerlo, en especial en esta era moderna tan llena de sacrificios por proveer lo adecuado para la familia así como la variedad de distracciones.
¿Dónde hallar el tiempo, entonces, para inculcar (o grabar) la Ley de Dios en el corazón de los hijos? Es evidente que parte del tiempo que sí pasamos con los hijos presentan incontables oportunidades de hablar de Dios y su ley. Para eso, el padre (y la madre) deben llenarse de todo el conocimiento bíblico posible, y (como hacen algunas aves) dar porciones más “digeribles” a sus hijos pequeños, y aumentar la cantidad y contenido a medida que estos crecen. Al comer juntos, al caminar durante un paseo, al levantarse o acostarse siempre se presentan momentos cotidianamente en los que podemos ayudar a los hijos a reflexionar y aprender acerca de los principios de Dios (Léase Proverbios 6:20-23)
Si reflexionamos bien, tal vez podríamos cancelar un poco de televisión u otra diversión cada semana y estudiar juntos una pequeña porción de la Biblia. A veces, los hijos nos pueden sorprender al responder solícitamente a esos períodos de reflexión espiritual. No tienen que ser sesiones llenas de solemnidad, pero sí cierto grado de respeto y seriedad, pues la idea es ‘conocer la mente de Jehová’. A veces, basta simplemente con leer una parte pequeña de la Biblia y, sin espíritu de competencia de por medio, hacer que los hijos hallen las referencias bíblicas acerca de un texto en particular. Usando y entrenando sus facultades de raciocinio (Léase Romanos 12:1-2), los hijos pueden alcanzar un conocimiento exacto de la verdad, lo cual es la voluntad de Dios (Léase 1 Timoteo 2:3-4).
Debemos enseñarles buenos principios
Un padre de familia dice sin dudar: “Hay que estudiar la Biblia con ellos, y hacerlo con paciencia y mucho cariño”. Es cierto, que cuando crezcan, los hijos elegirán su profesión y su vocación política y religiosa. Sin embargo, para que crezcan sanos y fuertes en todo sentido los padres deben proveerles de sanos principios y valores morales inalterables, que de seguro los acompañarán por el resto de sus vidas (Léase Proverbios 22:6). Si no les damos en casa esa guía la buscarán en otro sitio: el vecindario, los amigos, en la escuela o en la calle. ¿Es eso lo que queremos para nuestros hijos?
Nunca olvide que la Biblia tiene un poder incomparable (Léase Hebreos 4:12), y que su Autor ha tomado en consideración hasta a los más pequeños o infantes (Léase 2 Timoteo 3:15). No se sorprenderá cuanto aprecio sentirán sus hijos por la Palabra de Dios, más aun si la van entendiendo poco a poco (Proverbios 4:18).
Poner nuestra confianza en Jehová
Es cierto, que a simple vista, la tarea de dar guía espiritual a los hijos parece monumental, y de hecho lo es; pero, es quizá lo más importante en la educación y formación de los hijos, y lo que a la larga provee mayor satisfacción (Léase Proverbios 23:24-25; Lucas 11:27). No hay fórmula exacta ni remedio rápido, cada padre debe hallar el modo práctico de criar a sus hijos en la disciplina y regulación mental de Jehová, pues esta instrucción ayuda a los hijos a conocer y comprender los asuntos como los ve Dios mismo. Al tener un conocimiento exacto de Su voluntad les resulta más fácil optar por obedecerla con la vida eterna en mira (Léase 1 Juan 2:17).
Es patente que necesitamos sabiduría para desempeñar esta tarea tan importante. Por eso, el Señor Jesucristo recomendó la oración como el medio para obtener las fuerzas necesarias para tan enorme tarea (Léase Lucas 11:3, 13: compare con Santiago 1:5-7). Cuando los hijos nos observan orar con humildad, se impresionan de nuestra fe y confianza en nuestro Creador. Hay diversas formas de orar, y todas ellas les demuestran a nuestros hijos que creemos sinceramente que “Dios existe” (Léase Hebreos 11:6). Y, ¿no es verdad que nos sobran motivos por los cuales orar (para pedir, agradecer o alabar) a Dios? No descuidemos entonces las oraciones personales y en familia.
No dude que Jehová les dará las fuerzas necesarias, mediante su poderoso espíritu santo (el mismo que usó para ordenar y crear todas las cosas – Génesis 1.2), porque Él bendice a los que están dispuestos a obedecerle en todo sentido (Léase Hechos 5:32; Filipenses 4:5-7, 13). Y, si, como hemos visto, es Su voluntad que los padres entrenen y eduquen a sus hijos en la correcta devoción piadosa que emana de Su Palabra, proveerá a los que le obedecen de toda la ayuda necesaria para que tengan éxito (Léase Proverbios 3:5-6). Él se asegurará de que ustedes tengan éxito, sin “irritar” a sus hijos.