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miércoles, 18 de mayo de 2011

La Biblia contesta: ¿Puede el hombre predecir el futuro?

Las limitaciones humanas
¡Imagínese poder predecir el futuro! Eso significaría poder controlar no sólo nuestra vida, sino también la de otras personas. ¿Le suena apetecible? Podríamos hacer los ajustes necesarios para corregir el rumbo y obtener innumerables e inmensos beneficios. Pero, ¿puede el hombre predecir el futuro? Existen a través del tiempo incontables relatos de individuos que han alegado haber predicho el futuro, y quizá Nostradamus es el más famoso, mas no el únco. Sin embargo, ¿por qué no es un don común a toda la humanidad en todos los tiempos? Si tan sólo se pudiese predecir el clima o alguno que otro desastre natural, eso ahorraría mucho dinero y sufrimiento a la humanidad, si mencionar que salvaría muchas vidas. ¿Tiene el ser humano ese poder, a pesar del adelanto tecnológico alcanzado? La respuesta es un contundente: ¡NO!
Hoy, en particular, sería muy útil para la humanidad que se pudiese predecir el futuro. ¿Por qué? Debido a los problemas y la situación angustiosa que atraviesa el mundo, en especial desde 1914, como bien lo señalan muchos pensadores y filósofos y usted mismo pued atestiguar en los hechos cotidianos. De hecho, la Biblia profetizó “un tiempo de angustia” sin precedentes que anunciaría 1) la presencia invisible del Señor Jesucristo y 2) la cercanía del Reino de Dios a establecerse en la Tierra (Compare con Lucas 21:5-31). Esa si que es una profecía que vale la pena conocer y entender, ¿no es cierto?
No resulta extraño que en este tiempo se presenten muchos “visionarios” (o videntes) que de vez en cuando aparecen en los medios y “comparten” sus pronósticos acerca de muchos sucesos, que en algunos casos pasmosos parecen coincidir en lugar y fecha. Es comprensible que muchas personas pongan “fe” en tales pronósticos y se vuelvan aficionadas a estudiar a fondo toda clase de “visiones”. (Lo mismo sucede con los horóscopos y cartas astrales, que caen dentro del mismo rango de predicción).


Intentos por predecir el futuro correctamente
Como ya se ha mencionado, Nostradamus es el más conocido (y consultado) de los “pronosticadores de sucesos”, pero no ha sido el único. Así, hay que considerar que muchas veces los pronósticos o predicciones son bastante vagas y están sujetas a una diversidad de interpretaciones, como suele suceder. Se han escrito muchos libros que se contradicen entre sí respecto a la correcta interpretación de las predicciones de Nostradamus y de otros, que sería agotador tratar de conciliar todas ellas en una sola vida (Compare con Eclesiastés 12:12). Incluso, de lograrlo tendría muy poco efecto práctico en la vida y escaso beneficio para la humanidad en general.
En el siglo XX, incluso muchos líderes políticos predijeron con mucha firmeza algunos acontecimientos que nunca se cumplieron. Por ejemplo, Adolfo Hitler anunció con mucha soberbia que el Tercer Reich alemán duraría “mil años”, pero tan sólo 11 años después de su ‘predicción’ Alemania estaba derrotada y en ruinas. Su predicción resultó falsa, aunque millones de personas (y no sólo en Alemania) pusieron fe y todo su empeño en ella.
Un poco antes, en plena Primera Guerra Mundial, Woodrow Wilson, entonces Presidente de los Estados Unidos predijo un mundo de “paz y seguridad” e ideó un organismo político, La Liga o Sociedad de Naciones, para alcanzar tal objetivo. ¿Tuvo éxito? No, unos pocos años después, el 1 de setiembre de 1939, la humanidad se enfrascó en una guerra aun más mortífera que la Primera, a cuyo final el mundo era todo, menos un lugar “seguro y pacífico”. Hasta hoy, pese a los esfuerzos denodados de las Naciones Unidas (sucesora de la Sociedad de Naciones, pero con los mismos objetivos), el mundo pende de un hilo debido al efecto destructivo de la energía nuclear, como lo demuestra la reciente catástrofe en Fukushima, Japón (sin olvidar la no muy lejana ocurrida en Chernobyl, Ucrania, en 1986). ¿Es el mundo de hoy uno de “paz y seguridad”? Usted sabe la respuesta, pero de eso hablaremos un poco más adelante.
Adolfo Hitler y Woodrow Wilson no han sido los únicos, por cierto. Hoy, no es posible siquiera predecir como amanecerá la Bolsa de Valores al día siguiente, o cuál será la fluctuación de la moneda, y a pesar de todos los adelantos tecnológicos disponibles, nadie pudo predecir la destrucción que causó el huracán Katrina, que en un principio se movía poco amenazadoramente por el Golfo de México, hace unos poco años. La ciudad de Nueva Orleans fue repentinamente golpeada por uno de los huracanes más potentes de la historia que incrementó su poder casi sobre sus propias costas. ¿Alguien pudo predecir eso? Nadie, y el daño resultó incalculable en todo sentido.
No hay que olvidar que para predecir un suceso es necesario contar con todos los elementos de una situación determinada. Por ejemplo, para predecir el tiempo hay que tener en cuenta un sinnúmero de factores, como el viento, la humedad, el suelo, la estación, entre otros. Aun cuando se conozcan las magnitudes de cada factor, cada científico puede tener una particular interpretación acerca de cómo obrarán para predecir el tiempo. No existe una computadora capaz de reunir, evaluar y ofrecer un acertado pronóstico del clima en ninguna parte del mundo. Como suele suceder, a menudo los pronósticos del tiempo se equivocan, con las consecuencias molestias y pérdidas económicas, como la cancelación de vuelos comerciales o la ruina de cosechas que se tenían por seguras, sin mencionar la pérdida de vidas humanas. (En lo que va de 2011, casi 500 personas han muerto en Colombia por las inundaciones, que nadie puede predecir hasta el momento).
Intentar pronosticar el tiempo u otra clase de sucesos en el complejo campo humano parece simple para algunos; pero, a semejanza del aparentemente sencillo juego de ajedrez, las posibilidades a tener en cuenta son infinitas y nadie puede reunir toda la información necesaria para lanzar el más simple de los pronósticos. (De hecho, cada semana alguien acertaría la lotería no sólo en algún lugar del mundo, sino en todas las naciones, ¿verdad?). Se sabe incluso, que hasta ajedrecistas escolares han derrotado a supercomputadoras que tenían los más complejos sistemas informáticos de última generación. Si no es posible prevenir todos los movimientos del ajedrez, ¿cómo podría el hombre prever los asuntos humanos, mucho más complejos y sujetos a un mayor número de variantes que todos los juegos de ajedrez juntos?
Los asuntos humanos están regidos más por la impredecible voluntad humana que por leyes fijas e inalterables, que de algún modo podrían predecirse, por decir lo menos. Claro, debido a la ley de las posibilidades y probabilidades, si existe una medida de éxito aunque muy remota, como aparentemente ha sucedido en el pasado y hasta la fecha, al igual como pese a todo alguien acierta el número correcto de la lotería de vez en cuando.
Así, por ejemplo, predecir un desastre natural en un país frecuentemente asolado por ellos, no escaparía a la posibilidad o probabilidad elevada de que acontezca uno. Pero, en la mayoría de los casos, aun en los que más probabilidades tenía, no han ocurrido tal y como se habían previsto, en lugar, fecha o magnitud. Por supuesto, se da publicidad (a menudo exagerada y desproporcionada) a los “aciertos” que a los fracasos, con lo que crece la expectativa de nuevas predicciones, debido principalmente a los beneficios económicos que reporta al “visionario” y a sus “publicistas”.


Las predicciones de la Biblia
A diferencia de los pronosticadores humanos, Jehová, el Dios de la Biblia sí tiene la capacidad plena de conocer y revelar lo que el futuro depara con toda exactitud. Mucho de ese conocimiento lo ha revelado en su Palabra, la Biblia: “Yo soy Dios, y no hay nadie semejante a mí; yo revelo desde el principio el final, desde la antigüedad lo que sucederá; yo digo: ‘Mi propósito se cumplirá, haré todo mi deleite.’ . . . Fíjense en esto; lo he hablado, y lo realizaré.” (Isa. 46:9-11, New English Bible).
¿No es verdad que cuando un pronosticador parece acertar recibe abundante publicidad y, a veces, no poca ganancia y honra? ¿Qué hay de Dios, entonces? ¿No debería recibir tanta o más publicidad y honra al respecto; más aún cuando todas sus profecías se han cumplido? Además, al revelar el futuro al hombre, prueba su sincero y profundo interés en su bienestar. Por ejemplo, anunció unos 120 años antes la destrucción de un mundo violento en los días de Noé. ¿Con qué propósito? Como una advertencia; pero pocos hicieron caso (Compare Génesis 6:3, 6-21 con Mateo 24:37-39). En otra ocasión, predijo, mediante Jesucristo, la caída de Jerusalén y su desolación de parte de las fuerzas romanas, que se cumplió con exactitud en 70 EC. (Lucas 21:20-24). Así, sus discípulos, cuatro años antes pudieron ‘hacer caso’ y escapar fuera de Judea cuando temporalmente los romanos retiraron sus tropas en 66 EC.
Así, existe una variedad de profecías que tienen que ver con nuestro propio futuro, cuya garantía de cumplimiento radica en que muchas otras, sí, de hecho, centenares de ellas se cumplieron con toda exactitud (Isaías 55:8-11). Muchas profecías bíblicas se están cumpliendo en la actualidad y se están publicando ampliamente por toda la Tierra habitada (Mateo 24:3, 14). Y no es extraño, que la mayoría de personas ‘no hagan caso’ a las advertencias reiteradas de la cercanía del Armagedón, así como la humanidad no hizo caso al Diluvio que barrió al mundo de entonces (2Pedro 3:5-7). ¿Por qué sucede así? Por la misma razón: la presencia e influencia de demonios (Compare Génesis 6:1-10 – Revelación 12:9, 17). Satanás y sus demonios, hoy como entonces no permiten que las buenas nuevas resplandezcan (2 Corintios 4:4) y sean oídas y aceptadas por la mayoría de las naciones, a quienes están extraviando y conduciendo a su propia destrucción en el juicio de Dios que se avecina (Revelación 16:14, 16). Todo intento por sembrar la semilla de la verdad en los corazones de la gente, se ven frustrados por la inmediata acción de los demonios (Marcos 4:1, 4, 14-15).
El Diablo utiliza los mismos medios que le han dado excelentes resultados en el pasado, entre ellos el espiritismo y la adivinación. No es extraño que Jehová prohibiera enfáticamente la presencia de adivinadores, médiums espiritistas y pronosticadores de sucesos (profesionales o no) (Compare con Deuteronomio 18:10), que hoy abundan por todas partes, en especial entre las naciones de la cristiandad (Compare con Mateo 7:21), algo que está prohibido (Hechos 16:16-18) y que forma parte del fruto de la carne (Gálatas 5:19-21).
Claro está, que si la humanidad en general se halla alejada de Dios y en ignorancia de Su voluntad (Hechos 17:30, 31; Efesios 4:17-18) nunca va a obedecer el mandato de no confiar en otros humanos (Salmos 1:1; 146:3-4; Jeremías 17:5), incluso en sus aparentemente infrecuentes y exitosas profecías, que en la mayoría de los casos parecen tener cierta inspiración demoníaca (Mateo 24:4-5; Santiago 3. 15:16). Está claro que por sí solo el ser humano no tiene la capacidad de predecir el futuro, pero los demonios sí poseen ciertos poderes, incluso milagrosos (como el profetizar) y que pueden utilizarlos para beneficiar de algún modo a los seres humanos (2 Corintios 11:14-15), aunque su propósito real sea alejarlos del Creador (1 Timoteo 4:1; Revelación 16:14).
Aunque la Biblia contiene profecías escritas mediante hombres, el hecho de su exacto cumplimiento demuestra que la fuente es superior al ser humano. La Biblia asegura con firmeza: “Ninguna profecía de la Escritura proviene de interpretación privada alguna. Porque la profecía no fue traída en ningún tiempo por la voluntad del hombre, sino que hombres hablaron de parte de Dios al ser llevados por espíritu santo.” (2 Ped. 1:20, 21). Y aunque en su tiempo algunas de ellas fueron difíciles de entender (Daniel 12:8), incluso por los propios escritores inspirados, eso no significa que con el tiempo dejaran de cumplirse, lo que demuestra su veracidad y exactitud. Tan sólo en Jesucristo se cumplieron unas trescientas profecías del Antiguo testamento (o Escrituras Hebreo-arameas).


Profecías para nuestro tiempo
La humanidad vive un momento crucial, y está claro que los demonios, liderados por Satanás el Diablo, entorpecerán todo esfuerzo por iluminar a la gente respecto a la salvación, pues actuarán siempre en oposición a la voluntad de Jehová (1 Timoteo 2:3-4). Los que prefieran confiar en las predicciones humanas, inspiradas por los demonios mediante el espiritismo sufrirán el castigo judicial de muerte eterna (Revelación 21:8; 22:11, 15). Los que se acerquen a Dios en cambio, estarán resistiendo los deseos del Diablo de entramparlos (Efesios 4:27; 6:11; Santiago 4:7-8) y caer en su engaño (Juan 8:44) con la muerte en mira (Hebreos 2:14).
Por ejemplo, nadie esperaba que se produjese una Guerra a escala mundial en 1914. Muchos profetizaban una época de paz sin precedentes en la historia humana, pero no fue así. Vea unos ejemplos:
· “La I Guerra Mundial le puso fin al más largo período de paz general en la historia europea (43 años). . . . Había, antes de 1914, un libre fluir de ideas y una creencia universal en el progreso continuo. . . . La edad de oro de la historia europea concluyó abruptamente.”—Encyclopædia Britannica (1959), Tomo 8, página 869.
· “En ninguna parte, ni siquiera en el verano de 1914, se hizo una decisión calculada y de antemano para una guerra global.”—Joachim Remak, The Origins of World War I.


Sin embargo, Jesucristo y otros apóstoles cristianos, conforme lo registra la Biblia, profetizó con mucha anterioridad los sucesos que ocurrieron a partir de 1914: Guerra, hambre, peste en un lugar tras otro, la aparición de falsos Cristos o Mesías (como Hitler, Lenin, Mussolini, Wilson, Roosevelt, Churchill, entre muchos otros), la predicación mundial del Reino de Dios, así como el deterioro en la conducta general de toda la gente de la tierra. (Compare con Mateo capítulo 10, Marcos capítulo 13; Lucas capítulo 21 y 2 Timoteo 3:1-5). ¿Necesita usted alguna clase de prueba de que eso acontece desde 1914 en adelante, y que hay poca esperanza que por esfuerzos humanos habrá alguna mejoría (2 Timoteo 3:13)? Le invitamos a leer los textos citados y comparar con lo que usted ha visto (y ve) en su vida. Repasar los acontecimientos históricos desde 1914 le ayudarán a ver que no es para un futuro lejano el cumplimiento de tan exactas profecías… ¡ya se están cumpliendo como preámbulo del fin (Mateo 24:14; Lucas 21:31).
En nuestros días, las naciones también se esfuerzan por alcanzar alguna medida de “paz y seguridad” y es seguro que no faltarán los anuncios altisonantes acerca de los progresos alcanzados, pero, como en el pasado, fracasarán sin duda (2 Tesalonicenses 5:1-3). Recuerde, también, que es el Diablo, no Jehová Dios, quien gobierna a este mundo impío (Mateo 4:8-10; 1 Juan 5:19; Revelación 12:9; 13:1-4), y él puede manipular los asuntos para que parezca que tiene el poder de modificar el futuro a su antojo. Y esto no debe sorprenderle en absoluto: las naciones están cada vez más divididas en todo campo del quehacer humano, y el nacionalismo las empuja a buscar sus propios intereses antes que el de los demás (Compare con Filipenses 2:3-4), y el bienestar de todas las personas.
Jehová se ha propuesto destruir, no reformar, este mundo y sus sistemas político, comercial y religioso por completo. Mientras ese día llega está dando advertencia pacientemente a todo aquél que quiera oír y escapar de esa masiva destrucción (2 Pedro 3:8-10). Hoy, usted tiene la oportunidad de conocer la voluntad de Dios (Romanos 12:1-2) y meditar y elegir si la obedecerá con la expectativa de vivir para siempre (1 Juan 2:17).
Sí, Jehová, que es el único capaz de predecir el futuro (Mateo 24:36) con toda exactitud, desea que ‘nadie sea destruido’. Ha otorgado el más grandioso regalo a la humanidad: el valioso rescate de Jesucristo, quien ofreció su sangre por la salvación de todo el que ejerce fe (Juan 3:16, 36). La Biblia contiene toda la información confiable y precisa para obtener la salvación mediante Cristo Jesús (2 Timoteo 3:14-17).
Aunque no sabemos con exactitud el día y la hora del Armagedón (Mateo 24:36), al igual que una mujer embarazada sabe que ha llegado la hora para el parto, todo apunta a que estamos cada vez más cerca del fin predicho en la Biblia, y nada ni nadie podrá impedirlo ¿Por qué no dedica unos minutos al día a leer las Santas Escrituras (Salmos 1:1-2), en vez de seguir temiendo el futuro incierto que pronostican de vez en cuando “visionarios” sin ningún fundamento sólido? La decisión está en sus manos, por supuesto. Ese es un privilegio, en base a su propio libre albedrío, que Dios mismo le otorga (Deuteronomio 30:15-20). Lo que sí estamos convencidos es que usted no acabará desilusionada (Romanos 5:5; 1 Pedro 2:6), ni vivirá en temor mórbido del futuro (Salmo 91), y como dijo el salmista, sin importar lo que el futuro depare, usted ‘se acostará en paz y también dormirá, porque Jehová le hace morar en seguridad’ (Salmos 4:8). Nadie más puede darle esa seguridad, pues aunque durmiese en la muerte, Jehová lo rescatará del sepulcro al tiempo debido (Juan 5:28, 29; Hechos 24:15; Revelación 20:13)