Buscar este blog

sábado, 11 de septiembre de 2010

Dicha perdida, poema de Joseph Mac Lean

Antes de entregarme a ti
Siempre fui una persona digna,
Y sólo ante ti me mostré
Con mis más puros sentimientos.
Haciendo una gran excepción
Te abrí las puertas de mi casa,
Pues nada malo de ti nunca temí;
Al contrario por tu gran ternura,
Que en verdad me cautivara,
Es que mi corazón yo te di.

Tú, sin embargo ocultabas,
Y eso con gran disimulo,
Tus reales sentimientos e intenciones;
Y aunque dejé pasar un buen tiempo,
Supe, al fin y al cabo, todo descubrir.
Tú no me podías, o no querías, amar
No de la forma que yo ansío
Y aunque fue buena tu disposición
Controlando tus emociones
Muy pronto la careta se te cayó.

Sólo te pido devuelvas,
Lo único que en verdad te dí.
Te pido traer de vuelta
Las llaves de toda mi casa
Y por favor, sin demora,
Devuélveme muy intactas
Las llaves de mi corazón,
Por que has perdido el derecho,
Que es más un gentil privilegio,
De entrar dónde yo te permití.

Ya no tendrás de mí un solo mensaje
Ni un correo, ni una llamada
No quiero seguir perdiendo el tiempo,
En alguien que no aprecia ni respeta
Y que en forma tan terca, reiterada,
(Pues fueron cuatro las ocasiones)
Te negaste, aunque pudiste,
A darme un beso siquiera
O ese abrazo tuyo tan tierno
Que yo siempre he necesitado.

Ante tu último insulto
Pensando en lo equivocado que estaba,
Es que emprendí la serena retirada
Sin un asomo de tristeza.
Y para mí fue una gran sorpresa
El alivio que sentí
Al dejarte a ti en ese sitio
Más allá de la escalera
Gozando en otros labios
El beso que a mí me negaste.

Sé muy bien no será fácil
Arrancarte de mi vida y mente
Tendré que remover las cadenas
Las mismas que yo elaboré
Y antes de aumentar mis penas
Te dejo libre, libre volar
A fin de que goces a tu tiempo y modo
Y que encuentre pronta dicha
Esa… que no te supe dar.