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sábado, 11 de septiembre de 2010

Tirano, poema de Joseph Mac Lean

Me llamas tirano,
y que hermoso suena eso en tus labios,
tu mal contento enerva mi entorno;
escucho tus razones,
y tan sólo yo me atrevo
a hacer lo que me ordenas,
aunque me llenes de tantas penas.

Tirano, no, sino tu esclavo,
que calla sus enojos, y muere
poco a poco en lúgubre tormento.
Ordénale a tus ojos
una dulce mirada tan sólo brinde
a este ser que nació para quererte,
y que sufre de continuo al no tenerte.

¿Por qué me otorgas tus enojos,
si yo te quiero como lo hago?
¿Por qué me alimentas de tus desdenes,
si sabes que a tus pies me tienes?
Yo porfío, y no consigo olvidarte.
Algún día vendrá la eterna calma,
sólo así no sufriré al recordarte.

Tirano no soy, te lo aseguro,
si mi cotidiano afán es complacerte;
aunque viese cercana mi muerte,
firme será mi amor, y en cruel tormento,
tal vez porque eso es lo que merezco,
tendrás siempre este mi amor puro,
cueste lo que me cueste,... lo padezco.